sábado, 28 de abril de 2018

Evangelio del día, 28-04-2018 (Cuarta Semana de Pascua)


Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice:
- «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica:
- «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.»

Reflexión del Evangelio de hoy
La Palabra de Dios se difundía
Bernabé y Pablo al llegar a Iconio, como en otros lugares, fueron, en primer lugar a la Sinagoga, para predicar allí el evangelio de Jesucristo. Activaron todo su celo apostólico – misionero y, predicaron el Evangelio «a todos los que acudieron a escuchar la Palabra del Señor» respondiendo  con ello al mandato del Señor: « Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo ». Y, lo hicieron tan bien, que creyó una gran muchedumbre de judíos y griegos.
Aunque esto no gustó a algunos que, excitaron y malearon los ánimos de los gentiles contra los apóstoles, pero Bernabé y Pablo no tuvieron miedo de predicar a Cristo y su Buena Noticia de salvación para todos.
Esta  intransigencia no permitió que, en aquella asamblea, se  estableciera un diálogo, una convivencia respetuosa, una  aceptación fraterna, según cada uno era en su diversidad. Pero Bernabé y Pablo no tuvieron miedo de predicar a Cristo y su Buena Noticia de salvación para todos
Los discípulos conocían muy bien que la presencia de la fe cristiana, es punto de referencia al que todos podemos mirar, como un fermento que, respetando la libertad y la diversidad es, sin embargo, luz para todos. Así pues, con valentía y con la confianza puesta en el Señor, fueron invitando a todos a aceptar el Evangelio, para que se convirtiera en ellos  en fermento de renovación de costumbres y de convivencia.
Pablo y Bernabé querían que se dieran cuenta de que, el Señor  Jesús, es la referencia y la luz que nos ayuda a encontrarnos con nosotros mismos, comenzando con ello la renovación de nuestra vida y de nuestras costumbres; acogiendo la salvación como Don de Dios; comunicando la Gracia que gratuitamente recibimos;  buscando servir al bien de toda la humanidad; dando espacio en nuestra vida y en nuestros ambientes a Aquel que es la Vida.
Que el Señor y su Santísima Madre, a los cristianos de hoy,  nos ayuden siempre a aceptar a los demás en su diversidad, a respetarlos y, a hacerle presente a Él con el gesto del amor que es la verdadera expresión de su presencia y de su palabra. Y, que nos ayuden,  a ser, realmente, portadores de su Gracia y de su salvación para todo el mundo.
El Señor nos enseña a “ver” y nos invita a creer
La proposición que Felipe hace a Jesús: «Muéstranos al Padre…» da pie para que Jesús, que está a punto de ir junto a su Padre, haga esta afirmación tan radical: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.»
Sí, Dios se hace presente en la vida de Jesús por medio de sus obras y de su Palabra.
En Jesús, Dios sale a nuestro encuentro de una manera paradójica, pues el Maestro quiere enseñarnos a “ver” de manera distinta, es decir, quiere que  “des–cubramos” su presencia y la de su Padre en lo que, aparentemente, simplemente es humano, mundano.
En los últimos versículos del texto evangélico Jesús nos hace una promesa: en el camino de nuestra vida, alumbrada por la fe, disfrutaremos de Su ayuda y de Su presencia, realizaremos sus obras, le haremos presente a Él en medio de una “aparente ausencia.” Descubriremos, por experiencia personal, toda la luz, la alegría y la vida que quiere regalarnos.
La condición para que esto se haga realidad es que: escuchemos su invitación a caminar, a cambiar, a avanzar siempre, a no instalarnos nunca, a renovarnos constantemente, a construir siempre, a hacer vida el Evangelio. Es así como descubriremos a Dios en la raíz y en el término del amor con que las personas nos damos y nos acogemos. 
A Jesús, lo reconocemos y, en Él al Padre, cuando amamos, rezamos, compartimos, creamos fraternidad, perdonamos, nos dejamos cambiar, crecemos como personas y, con ello, hacemos crecer a la humanidad.

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/28-4-2018/

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