jueves, 22 de marzo de 2018

Francisco: El sacramento de la penitencia no es como ir a la tintorería


Jueves 22 Mar 2018 | 09:58 am
Ciudad del Vaticano (AICA): “Cuando nosotros nos acercamos al sacramento de la penitencia, por favor, no pensemos que vamos a la tintorería a quitar la suciedad. No. Vamos a recibir el abrazo de amor de este Dios fiel, que nos espera siempre. ¡Siempre!”, dijo el papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada hoy en la capilla de la Casa Santa Marta. Ante la inminente Semana Santa, el pontífice recordó que “Dios no puede renegar de sí mismo, no puede renegar de nosotros, no puede renegar de su amor, no puede renegar de su pueblo, no puede renegar porque nos ama”. 
El Papa recordó esta mañana ante la inminente Semana Santa, que la Iglesia invita a reflexionar sobre el amor fiel de Dios a la vez que el Señor “siempre se ha acordado de su alianza”, como dice el Salmo responsorial y la Primera Lectura –tomada del Libro del Génesis– que recorre el episodio de la alianza de Dios con Abraham. Una alianza que se prolongará en la historia del pueblo, a pesar de los pecados y de la idolatría.

El Señor tiene un “amor visceral” que no le permite olvidar. Y para hacer comprender esto el pontífice recordó que en la Argentina, con ocasión del día de la madre, se suele regalar a la propia mamá una flor llamada “No-me-olvides”, que tiene dos colores: un azul suave, para las mamás vivas, y el violeta, para las madres difuntas:

“Así es el amor de Dios, como el de la mamá. Dios no se olvida de nosotros. Jamás. No puede, es fiel a su alianza. Esto nos da seguridad. De nosotros podemos decir: ‘Pero, mi vida es tan mala… Me encuentro en esta dificultad, soy un pecador, una pecadora…’. Él no se olvida de ti, porque tiene este amor visceral, y es padre y madre”.

Por lo tanto, destacó el Papa, se trata de una fidelidad que lleva a la alegría. Y añadió que al igual que para Abraham, nuestra alegría es exultar en la esperanza porque “cada uno de nosotros sabe que no es fiel”, pero Dios sí lo es, reafirmó el Santo Padre. E invitó a pensar en la experiencia del Buen Ladrón: 
“Dios fiel no puede renegar de sí mismo, no puede renegar de nosotros, no puede renegar su amor, no puede renegar a su pueblo, no puede renegar porque nos ama. Ésta es la fidelidad de Dios. Cuando nosotros nos acercamos al sacramento de la penitencia, pero por favor no pensemos que vamos a la tintorería a quitar la suciedad. No. Vamos a recibir el abrazo de amor de este Dios fiel, que nos espera siempre. Siempre.

En referencia al Evangelio del día en el que el evangelista Juan nos dice que los doctores de la ley habían recogido piedras para tirarlas contra Jesús. Se habla de piedras para matar –recordó el Papa– para “oscurecer la verdad de la Resurrección”. Y, en conclusión, Francisco volvió a referirse a la exhortación central de su homilía:

“Él es fiel, él me conoce, él me ama. Jamás me dejará solo. Me lleva de la mano. ¿Qué más puedo querer? ¿Qué más? ¿Qué debo hacer? Exulta en la esperanza. Exulta en la esperanza, porque el Señor te ama como padre y como madre”.

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