Lectura del santo evangelio
según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: - «Os aseguro
que uno de vosotros me va a entregar.» Los discípulos se miraron unos a otros
perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto
amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas
para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de
Jesús, le preguntó: - «Señor, ¿quién es?» Le contestó Jesús: - «Aquel a quien
yo le dé este trozo de pan untado.» Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo
de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le
dijo:
Reflexión del Evangelio de hoy
“Te hago luz de las naciones”
El profeta Isaías nos presenta al siervo del Señor como el elegido
desde el vientre materno, es decir, desde los orígenes de Israel. “El Señor
pronunció mi nombre” configura la identidad del Siervo de Yahvé.
Mientras que el pueblo se dedicaba a los ídolos, el siervo en vano se
ha cansado y en viento y en nada ha gastado sus fuerzas. Y es lo que pasa
cuando el pueblo renuncia a sus orígenes, a sus raíces, por la novedad de otros
ídolos extranjeros, desconocidos, se renuncia a la propia identidad. Se cansan
quienes no siguen al Señor, por el contrario, siguen a los magos y
encantadores.
Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el
confín de la tierra. Este reconocimiento del Siervo de Yahvé es la encomienda
de una misión, la de colaborar para que Israel retorne al Señor.
Entre la traición y la negación
En un ambiente jovial, en la cena pascual, Jesús se turbó en su
espíritu y dijo: uno de vosotros me va entregar. La perplejidad de los más
cercanos fue mayúscula. Ocurrió lo propio, buscaban identificar quién haría
semejante traición. Nadie se atreve a preguntar, buscan un mediador, el
discípulo amado, que desde la cercanía y la confianza le pregunta ¿Quién es?
Lo que vas hacer hazlo pronto, no des vueltas a tu traición, fueron las
palabras de Jesús a Judas. Es una manera de animar a que cumpla su misión,
aunque sea desde la oscuridad. También en la traición uno cumple una misión. La
misión del despojo, uno se despoja de sus raíces, de su ser más humano, de su
sentido de pertenencia.
Por otra parte, a veces nos sentimos muy seguros de nosotros mismos, y
creemos que, en el amor, y el seguimiento somos capaces de todo, hasta de dar
la vida, pero luego vienen las realidades, los momentos difíciles que nos
turban el alma, y negamos todo cuanto hemos dicho y hecho, tal y como le pasó a
Pedro. Todo cuanto aconteció desde el miedo lo llenó de cobardía. No importó
dejar solo al maestro.
En esta Semana Santa podemos mirar qué ídolos hacen que yo abandone mis
orígenes y mi identidad, y qué miedos me sitúan entre la traición a mis
principios y a mi gente, y la negación de todo cuanto me es familiar.
Fr.
Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
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