En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la
Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que
antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra
o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes,
y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los
cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Moisés,
en plena peregrinación por el desierto, antes de que llegasen a la tierra de
promisión, se dispone a transmitir a su pueblo, una serie de mandatos y normas,
inspiradas por Dios, para que obren según estos preceptos y que estos mismos,
sean su sabiduría y prudencia.
Dios,
a través de Moisés, les intenta inculcar una serie de normas que más adelante,
constituiría la Ley, que junto a las indicaciones inspiradas y transmitidas por
los Profetas, serán la razón de ser del pueblo de Israel.
Moisés
les recuerda, también, todos los sucesos que han vivido desde antes de su
salida de Egipto y durante su peregrinación por el desierto, cómo Dios les ha
ido acompañando y protegiéndoles, a pesar de que muchas veces han dudado de la
presencia de Dios.
Dios
quiere inculcarles una serie de preceptos para que, cumpliéndolas, se
transformen en un pueblo sensato y prudente, envidia del resto de las naciones,
para que sirva de testigo de la fidelidad de Dios a la alianza que ha establecido
con su pueblo escogido.
Como
aconseja el salmista: Glorifica al Señor, Jerusalén, que anuncia sus decretos y
mandatos a Israel. Con ninguna nación obró así, ni le dio a conocer sus
mandatos.
Quien
los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos
Jesús
fue un revolucionario, según la ortodoxia de los fariseos. Muchos pensaban que
Él había venido a cambiar la Ley que durante tantísimos años era la razón de
ser de los Judíos; desde Moisés, hasta el último de los Profetas, esta ley
había sido inspirada por Dios a ellos, para transmitirla al pueblo. También, es
verdad, que se habían añadido una serie de preceptos humanos, que no procedían
de la inspiración divina, que habían desvirtuado la esencia de la Ley, y, que,
escribas y fariseos les daban más importancia que a la propia ley.
Jesús
no fue un detractor de la ley, al contrario, fue un fiel cumplidor de la misma
y, por lo tanto, advierte que su intención no es abolirla sino, al contrario,
darle plenitud y fundamentalmente bajo el prisma del amor, predicando la
bondad, la mansedumbre, la templanza, y, especialmente, la caridad y la
misericordia.
Es
más, advierte que pobre de aquel que incumpliese, aunque fuera el menor de los
preceptos y lo enseñase así a los demás, este será el menos importante en el
Reino de los Cielos. Al contrario, quien cumpla y enseñe el cumplimiento, será
grande.
Jesús
al dar plenitud a la ley y las enseñanzas de los profetas, pretende quitar toda
la paja que se había añadido, para dejar al descubierto la verdad y grandeza de
los preceptos divinos. Nos enseña que lo más importante es "amar a
Dios" y, al mismo tiempo, "a nuestro prójimo".
Se
opone a los seguidores estrictos de las normas que, en la mayoría de los casos,
su cumplimiento de la ley se desdobla en dos "cumplo" y
"miento".
El
Señor nos propone anteponer el amor a los otros, ante cualquier exigencia o
conveniencia mundana, pidiéndonos que seamos auténticos e íntegros en nuestro
proceder.
Él
dio muestras de su amor infinito hasta el extremo, intentemos nosotros ser
seguidores de su palabra y de su obra.
¿Entendemos
que "el sábado se ha puesto para el hombre y no el hombre para el
sábado"?
¿Nos limitamos a ser meros cumplidores y no interpretamos las normas bajo el prisma del amor?
¿Nos limitamos a ser meros cumplidores y no interpretamos las normas bajo el prisma del amor?
D. José Vicente
Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/7-3-2018/
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