martes, 20 de marzo de 2018

Evangelio del día (20-03-2018)


Lectura del santo evangelio según san Juan 8,21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.» Y los judíos comentaban: - «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?» Y él continuaba: - «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo SOY, moriréis por vuestros pecados.» Ellos le decían: -«¿Quién eres tú?» Jesús les contestó: - «Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.» Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.» Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.


Reflexión del Evangelio de hoy
Un pueblo cansado
La lectura de los números nos presenta a un pueblo cansado de caminar, y cuando uno está cansado dice lo que no pretende decir. En esta ocasión habla contra Dios y contra Moisés. Todo lo ofrecido por Dios produce nauseas.
El castigo fue que muchos murieron por las mordidas que le causaban las serpientes. El pueblo se dirige a Moisés para que rece a Dios y les perdone sus pecados. Buscan un mediador entre Dios y los hombres. No hay una relación madura, directa y personal con Dios. Moisés tiene que ser el que medie y calme la ira de Dios y serene el hastío de los hombres.
Un estandarte de bronce puesto para ser mirado es lo que da vida y curación a quien es mordido por las serpientes.
Un Mesías no reconocido
Jesús el Cristo se presenta como el Yo soy, nombre que asumía Dios en la época de Moisés. Ese Yo soy es necesario creer en Él para salir del pecado. Los judíos habían hecho un Dios a su medida, y no reconocen a Dios en Jesús.
La oscuridad del pensamiento hace pensar a los judíos que lo que Jesús propone como profecía, a ellos les parezca un suicidio. Y no es así. Ante la oscuridad del pensamiento está la claridad de sus obras, de sus signos y milagros, de sus palabras.
Los judíos esquivan la oportunidad de buscar a Dios en Jesús el Cristo, aunque muchos creyeron en él. El signo es que el Hijo del hombre será alzado en alto, así sabrán que Yo soy. Habla por obediencia y según las enseñanzas del Padre. Jesús tiene una clara identidad de quién es, y sabe que Dios no le ha dejado solo en su misión.
Unos versículos más adelantes la polémica estará servida, ya que Jesús les recriminará a los que se consideran hijos de Abraham, ser hijos del diablo porque tratan de matarlo, ya que su palabra no cala en ellos.
Son discursos provocadores, primero por identificarse como el Dios de Moisés, y después porque no escuchan lo que Jesús ha escuchado de Dios, cosa que no ha hecho Abraham.
Así se van recogiendo los testimonios para dar muerte al Hijo del hombre. En esta Semana santa que ya se acerca, hemos de cuidar nuestra fe, para no caer en la tibieza de la esperanza, creer por encima de todo, es garantía para que esa esperanza se mantenga en alza.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

No hay comentarios:

Publicar un comentario