"Mujer, ahí tienes a tu Hijo"
Primera lectura
Comienzo de la primera
carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1Tim 1,1-2.12-1
Pablo,
apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios, Salvador nuestro, y de Cristo
Jesús, esperanza nuestra, a
Timoteo,
verdadero hijo en la fe: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de
Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy
gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz se fio de mí y me
confió este ministerio, a mí, que antes era un blasfemo, un perseguidor y un
insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues
estaba lejos de la fe; sin embargo, la gracia de nuestro Señor sobreabundó en
mí junto con la fe y el
amor que tienen su fundamente en Cristo Jesús
amor que tienen su fundamente en Cristo Jesús
Salmo
Sal. 15 R. Tú eres, Señor, el lote de
mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida
me saciarás de gozo en su presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R
me saciarás de gozo en su presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R
Evangelio del día
Lectura del santo
evangelio según san Juan 19,25-27
En
aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su
madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús,
al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego,
dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Y
desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Reflexión
del Evangelio de hoy
Dios derrochó su gracia en
mí
San Pablo comienza su
carta a Timoteo, haciendo una especie de confesión general, llena de humildad y
gratitud para con Dios, agradeciendo a Dios que le haya llamado a ser ministro
en la comunidad, a pesar de su pasado nada recomendable.
Pablo no esconde su
pasado, está convencido de que Dios tuvo misericordia de él porque él era un
ignorante, y por eso proclama con fuerza: "la gracia de nuestro Señor
sobreabundó en mí, dándome la fe y el amor cristiano".
Ésta es una de las grandes
y constantes afirmaciones de San Pablo: la primacía de la gracia, la gratuidad
del don de Dios... la justificación por la fe y no por las obras... la
salvación considerada como una obra de amor divino.
De aquí podemos sacar, al
menos, dos conclusiones para nuestra vida. Primera que Dios es misericordioso y
está siempre dispuesto a perdonar nuestros pecados, y a fiarse de nuevo de
nosotros. En su misericordia nuestros pecados ya no existen, somos criaturas
nuevas. Segunda conclusión es que esto que hace Dios con nosotros, debemos
hacerlo nosotros con nuestro prójimo. Tenemos que vivir sin etiquetar a los
demás, olvidar su pasado y creer que, al igual que con nosotros, la gracia de
Dios puede hacer de ellos una criatura nueva.
Por otra parte, Pablo
desea a Timoteo, y nos desea a nosotros, la gracia, la misericordia y la paz de
Dios Padre y de Cristo Jesús. Ésta es su heredad, de la que nos habla el salmo
responsorial: "Tú eres, Señor, mi heredad", y quiere que nosotros la
compartamos con Él. Todos estamos llamados a vivir la vida de Dios, que se nos
da por pura gracia. No hagamos vana la gracia de Dios.
Mujer, ahí tienes a tu
hijo
Hoy celebramos la fiesta
de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, y este Evangelio recoge sin duda
alguna el mayor dolor que sufrió la Virgen María, ver a su Hijo en la Cruz y
sabiendo que iba a morir.
Jesús quiso desde el
principio unir a su Madre a su acción redentora y María, que había dado el
"sí" a la encarnación, al pie de la cruz aceptó el ser nuestra
Corredentora, se unió a la entrega de su Hijo y le ofreció al Padre como la
única Hostia propiciatoria por nuestros pecados.
Desde la Cruz, Jesús,
derramó su gracia sobre nosotros de manera desbordante; nos explicó sin
palabras la lección magistral de Amor; dio su vida por nosotros... y por si
fuera poco nos dio a su Madre. Esas palabras: "Mujer, ahí tienes a tu
hijo... ahí tienes a tu madre", no sé qué resonancias tendrían en el
corazón de la Virgen, por lo desproporcionado del cambio, pero sí sé cómo
resuenan en mi interior sabiendo que Ella es mi Madre.
Que la Virgen sea nuestra
Madre nos está invitando no sólo a amarla, sino sobre todo a imitarla. Imitar
sus virtudes: su silencio, su humildad, su disponibilidad a los planes de Dios,
su fortaleza en el sufrimiento, su caridad, su esperanza.
María, vivió todo esto
unida a Cristo, su Hijo, y eso es lo que desea para nosotros, que vivamos unidos
a Él. Con Él, todo lo podemos, hasta lo más difícil. Si no sabemos el camino
para llegar a Él, acudamos a la Madre y ella nos guiará.
MM.
Dominicas
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)
Monasterio de Sta. Ana (Murcia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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