Lectura del santo evangelio según san
Lucas 8, 19-21
En
aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el
gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus
hermanos están fuera y quieren verte." Él les contestó: "Mi madre y
mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra".
Reflexión de la 1ra. Lectura y del Evangelio
de hoy
Estamos
en el retorno del pueblo judío del destierro. En la primera lectura de ayer
veíamos el decreto de Ciro, rey de Persia, que por encargo del mismo Yahvé
manda “edificarle un templo en Jerusalén de Judá”. Vemos ahora a Darío, también
rey de Persia, cómo autoriza a los judíos continuar las obras de la
construcción del Templo. Incluso pide a los gobernadores de la satrapía
transeufratina que les ayuden a costear esta obra hasta con los fondos reales.
El
texto menciona suavemente a los profetas Ageo y Zacarías que contribuyeron
eficazmente a la construcción del Templo postexílico. El cual se terminó el día
veintitrés, del mes de Adar, el año sexto del reinado de Darío, es decir el
primero de abril del 515 a J.C. Y se celebró entonces con gran júbilo la dedicación
de este Templo con abundantes ofrendas y sacrificios de animales, según la
tradición religiosa judía.
Lo
destacable de la lectura es la reconstrucción del Templo, lugar tan importante
para los judíos, el pueblo de Dios. Lugar para mantener las relaciones debidas
con Yahvé, el que les había elegido como pueblo suyo, el que nunca dejó de
cumplir su promesa de ser su Dios, de no abandonarles nunca, ni en tiempo del
exilio.
Con
la llegada de Jesús, el Templo cristiano material, deja de tener tanta importancia
como para el pueblo judío. El diálogo de Jesús con la Samaritana es
clarificador: “Llega la hora, y ya estamos en ella, en que los adoradores
verdaderos adorarán al Padre en espíritu y verdad”.
Los que escuchan la Palabra de Dios y
la ponen por obra
¿Quién
es la familia de Jesús? ¿Quiénes son sus cercanos, los que le pertenecen, sus
íntimos, su madre y sus hermanos? Jesús rompe con el esquema tradicional. No
son, en principio, los de su familia de sangre, sino “los que escuchan la
Palabra de Dios y la ponen por obra”. Antes de seguir, la afirmación de Jesús
no va en contra de María, su Madre. En el fondo, es un gran piropo hacia ella,
porque nadie mejor que María escuchó a Dios, la palabra que Dios le dirigió y
la cumplió: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”.
Pero
aterricemos en nosotros y en nuestra relación con Jesús. Para decir que somos
de los cercanos, de la familia de Jesús, no podemos aducir que somos
bautizados, que somos religiosos, que somos sacerdotes, que somos obispos, que
somos el Papa. Estos títulos en sí no valen nada si no podemos afirmar que
somos los que escuchamos atentamente a Dios, lo que él nos dice a través de su
Palabra y que la ponemos en obra, la hacemos vida de nuestra vida. Que cada uno
de nosotros podamos decir de corazón: “me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio, esperando tus palabras”, porque Jesús nos ha descubierto que Dios es
el que nos señala el camino de la felicidad, de la vida abundante, del sentido,
de la esperanza.
Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Real Convento de Predicadores (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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