Lectura del santo evangelio según san
Lucas 8,1-3
En
aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,
predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas
mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Reflexión del Evangelio de hoy
Hombre de Dios
Estamos
terminando la primera carta que San Pablo escribió a Timoteo, en la que le da buenos
consejos, normas, avisos, exhortaciones y enseñanzas doctrinales importantes
para gobernar la comunidad. Consejos muy particulares, que como un padre a su
hijo querido, da Pablo a su discípulo.
Como
a Timoteo, Pablo nos recuerda a nosotros que el orgullo siempre causa
dificultades personales y comunitarias, y ser orgullos es impropio de un hijo
de Dios, pues tenemos muchos motivos para ser humildes, empezando por reconocer
que estamos salvados por pura gracia de Dios.
Pone
a nuestra consideración las virtudes que, si dejamos actuar al Espíritu
Santo en nosotros haremos realidad en nuestra vida: la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
- Practica la justicia, es decir seamos de Dios
y, vivamos guiados por Su
- Practica la piedad, reflejemos la impronta
que de Dios hemos recibido, apartándonos del mal.
- Practica la fe, porque es la actitud fundamental
de nuestro espíritu, implica a toda nuestra persona: pensamientos, afectos
intenciones, relaciones, corporeidad, actividades, trabajo, etc.
- Practica el amor, amemos de verdad a Dios y a tu
prójimo, y, que nuestro prójimo experimente que le amamos.
- Practica la paciencia, es decir permanezcamos fiel
a Dios, ante las pruebas, descansemos en Dios, que Él siempre está a
nuestro lado.
- Practica la delicadeza, siendo siempre amables y
estando disponibles.
- Combate el buen combate de la fe, peleemos tanto
en nuestro interior como en el ambiente en que vivimos, tanto con la
oración como con la palabra.
- Conquista la Vida Eterna, es decir vivamos
inmersos en el Amor de Dios, y, nuestra alma mediante la Gracia, estará
unida a Dios, que es el fundamento de nuestra vida.
Son
los buenos consejos que San Pablo dio a Timoteo y que nosotros haremos bien de
tenerlos en cuenta e intentar practicarlos.
Acompañemos
a Jesús
Nos
dice San Lucas en el evangelio de hoy que. «acompañaban al Señor los doce y
algunas mujeres», y es que el Señor no hace distinciones nos llama a todos, nos
quiere a todos, para que todos colaboremos con Él, renunciando a nuestras
propias comodidades de la propia vida para abrir espacio en este mundo a SU
VERDAD; para suscitar la reconciliación donde había odio, para crear la paz
donde reinaba la enemistad; para hacer el bien a los demás.
Acompañar
a Cristo significa aceptar día tras día su palabra como criterio válido para
nuestra vida. Significa ver en Él la autoridad a la que nos sometemos. Nos
sometemos a Él porque su autoridad es la autoridad de la verdad.
Para
acompañar a Cristo debemos cambiar, no cerrarnos a nosotros mismos,
entregarnos a Él. Debemos vivir al servicio de la verdad y del amor.
Acompañando
a Cristo dejaremos que nuestra vida apostólica sea conducida por el amor.
Porque quien vive plenamente la caridad, es guiado por Dios, porque Dios es
amor y «derramó su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que
se nos ha dado». Por tanto, el don principal y más necesario es el amor con el
que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo a causa de él.
Y,
ya que San Lucas es el único evangelista que nos da detalles de las mujeres que
acompañaban a Jesús, quiero traer a colación un pequeño párrafo de la carta
apostólica «Mulieris dignitatem», de San Juan Pablo II, que dice así: «La
Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una… La Iglesia expresa su
agradecimiento por todas las manifestaciones del “genio” femenino aparecidas a
lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias
por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la
historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe,
esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad
femenina» (n. 31).
Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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