viernes, 22 de septiembre de 2017

Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Reflexión del Evangelio de hoy
Hombre de Dios
Estamos terminando la primera carta que San Pablo escribió a Timoteo, en la que le da buenos consejos, normas, avisos, exhortaciones y enseñanzas doctrinales importantes para gobernar la comunidad. Consejos muy particulares, que como un padre a su hijo querido, da Pablo a su discípulo.
Como a Timoteo, Pablo nos recuerda a nosotros que el orgullo siempre causa dificultades personales y comunitarias, y ser orgullos es impropio de un hijo de Dios, pues tenemos muchos motivos para ser humildes, empezando por reconocer que estamos salvados por pura gracia de Dios.
Pone a nuestra consideración las virtudes que, si dejamos actuar al  Espíritu Santo en nosotros haremos realidad en nuestra vida: la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
  • Practica la justicia, es decir seamos de Dios y, vivamos guiados por Su
  • Practica la piedad, reflejemos la impronta que de Dios hemos recibido, apartándonos del mal.
  • Practica la fe, porque es la actitud fundamental de nuestro espíritu, implica a toda nuestra persona: pensamientos, afectos intenciones, relaciones, corporeidad, actividades, trabajo, etc.
  • Practica el amor, amemos de verdad a Dios y a tu prójimo, y, que nuestro prójimo experimente que le amamos.
  • Practica la paciencia, es decir permanezcamos fiel a Dios,  ante las pruebas, descansemos en Dios, que Él siempre está a nuestro lado.
  • Practica la delicadeza, siendo siempre amables y estando disponibles.
  • Combate el buen combate de la fe, peleemos tanto en nuestro interior como en el ambiente en que vivimos, tanto con la oración como con la palabra.
  • Conquista la Vida Eterna, es decir vivamos inmersos en el Amor de Dios, y, nuestra alma mediante la Gracia, estará unida a Dios, que es el fundamento de nuestra vida.
Son los buenos consejos que San Pablo dio a Timoteo y que nosotros haremos bien de tenerlos en cuenta e intentar practicarlos.
Acompañemos a Jesús
Nos dice San Lucas en el evangelio de hoy que. «acompañaban al Señor los doce y algunas mujeres», y es que el Señor no hace distinciones nos llama a todos, nos quiere a todos,  para que todos colaboremos con Él, renunciando a nuestras propias comodidades de la propia vida para abrir espacio en este mundo a SU VERDAD; para suscitar la reconciliación donde había odio, para crear la paz donde reinaba la enemistad; para hacer el bien a los demás.
Acompañar a Cristo significa aceptar día tras día su palabra como criterio válido para nuestra vida. Significa ver en Él la autoridad a la que nos sometemos. Nos sometemos a Él porque su autoridad es la autoridad de la verdad.
Para acompañar a Cristo debemos cambiar, no cerrarnos a nosotros mismos, entregarnos  a Él. Debemos vivir al servicio de la verdad y del amor.
Acompañando a Cristo dejaremos que nuestra vida apostólica sea conducida por el amor. Porque quien vive plenamente la caridad, es guiado por Dios, porque Dios es amor y «derramó su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado». Por tanto, el don principal y más necesario es el amor con el que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo a causa de él.
Y, ya que San Lucas es el único evangelista que nos da detalles de las mujeres que acompañaban a Jesús, quiero traer a colación un pequeño párrafo de la carta apostólica «Mulieris dignitatem», de San Juan Pablo II, que dice así: «La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una… La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del “genio” femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» (n. 31).

Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)

https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/

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