Lectura del santo evangelio según san
Lucas (7,31-35)
En
aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta
generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la
plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos
lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía,
y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y
decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y
pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Belleza
de mensaje tanto por su sencillez como por su precisa brevedad. Continuador del
pueblo elegido de Israel es ahora el Pueblo de Dios que ha sido purificado y
dignificado por la entrega servicial de Jesús el Señor. Como creyentes, aunque
de fe escasa, decimos que somos de la gran familia de este Dios que se nos da a
conocer y disfrutar como Padre. Por descontado que todo esto es gracias a
Jesucristo, la piedra angular de nuestra vida y religión. En su nombre,
buscamos el rostro de Dios Padre; en su nombre nos reunimos en asamblea de
hermanos para que él y su Espíritu sean los aglutinantes de nuestras reuniones
eclesiales, en su nombre buscamos la verdad, la de su misterio salvador y la de
nuestra vida que necesita depositar en el Maestro su mejor sentido. Es una
secuencia con evidente carga de profundidad: damos culto a un Dios que plantó
su tienda entre nosotros, Cristo Jesús, pasó por nuestra tierra haciendo el
bien, el Espíritu lo acreditó como el dador de nueva vida y nos habilita a sus
seguidores para predicarlo por la rosa de los vientos para que todo viviente
sepa en qué consiste la gloria de Dios: en asociar a su causa a todo caminante
en esta tierra. ¡Hermoso recado de Pablo que, a no dudar, fue muy útil
para el pastoreo de su amigo y colaborador en la evangelización!
Decís del Hijo del hombre que es amigo
de pecadores y recaudadores
Lucas
nos deja unas pinceladas acerca de la acogida y rechazo que tuvieron tanto Juan
Bautista como Jesús; al menos eso es lo que apunta la sucinta parábola de los
niños jugando en la plaza. Uno, en la apreciación farisea, daba el perfil de
asceta y su conducta entre ellos era más que austera, y aun así no faltó quien
lo tildó de poseso y desvariado. Con otro modo de presencia viene Jesús que
come y bebe, se sienta en la misma mesa que los pecadores, no rehúye el trato
con publicanos, samaritanos y enfermos vergonzantes y lo califican como comilón
y contaminado. ¡Qué poco tino demostraron entonces los fariseos para captar los
modos de Dios y su dispar presencia en uno u otro testigo! Sólo los hijos de la
sabiduría, los seguidores del Maestro, los buscadores del rostro de Dios
reconocen la verdad de Dios en la persona –hechos y dichos- de Juan Bautista y
Jesús de Nazaret. Uno y otro caminan por nuestra historia para darnos a
conocer, al modo particular de cada uno, el horizonte de salvación y esperanza
cumplidas. Y es Jesús de Nazaret, el amigo de los pecadores, el que con más cariñosa
sabiduría nos hablará de un Dios Padre que solo sabe acogernos y amarnos.
Centena
larga de testigos de la iglesia en Corea evocamos hoy en el presbítero Andrés
Kim Taegon y en Pablo Chang Hasang y compañeros mártires, en la primera mitad
del siglo XIX, primicias de una comunidad cristiana con notable pujanza hoy.
En
Córdoba aún pervive la memoria de Francisco de Posadas, O.P., que con
sus cuarenta años de predicación, su negativa a dos sedes episcopales y su
solidaridad práctica habló a sus contemporáneos con maravillosa elocuencia de
un Padre sobrado de entrañas de misericordia.
¿Qué
interesa más a la comunidad cristiana, no molestar y no dar ruido, o ser
fieles al evangelio, aunque moleste?
Fr.
Jesús Duque O.P.
Convento
de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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