Al recibir a la Comisión Pontificia de tutela de los
Menores. El discurso escrito no leído
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Web Pontificia Comisión Para Tutela De Menores
(ZENIT – Ciudad
del Vaticano, 21 Sept. 2017).- “El abuso sexual es un
pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y
la Iglesia nos enseñan”. “Reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los
niveles, responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos
aquellos que han traicionado su llamado”. “La Iglesia irrevocablemente y a
todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el
principio de “tolerancia cero”.
Estas
fueron algunas de las frases del discurso que el papa Francisco preparó al
recibir en audiencia en el Vaticano a los miembros de la Comisión Pontificia
para la Tutela de los Menores, en ocasión de su asamblea plenaria.
A
continuación el discurso que el Santo Padre había preparado y pidió que sea
publicado. Si bien quiso hablar improvisando.
Discurso del Santo Padre:
“Queridos Hermanos y Hermanas: Les doy
una cálida bienvenida al comienzo de esta Asamblea Plenaria. En particular,
quisiera agradecer al Cardenal O’Malley por su amable saludo al mismo tiempo
que les manifiesto mi más sincero aprecio por las reflexiones que en nombre de
ustedes han presentado el Sr. Hermenegild Makoro y el Sr. Bill Kilgallon.
Han expresado muy bien el papel que pensé
para la Comisión cuando la formé hace tres años, un servicio que confío en que
seguirá siendo de gran ayuda en los próximos años para el Papa, la Santa Sede,
los obispos y los superiores mayores de todo el mundo.
Reunidos hoy aquí, deseo compartir con
ustedes el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños
abusados, como ya he tenido ocasión de hacer recientemente en varias ocasiones.
El escándalo del abuso sexual es
verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad, y que afecta a tantos
niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las
sociedades.
También para la Iglesia ha sido una
experiencia muy dolorosa. Sentimos vergüenza por los abusos cometidos por
ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza. Pero también
hemos experimentado un llamado, que estamos seguros de que viene directamente
de nuestro Señor Jesucristo: acoger la misión del Evangelio para la protección
de todos los menores y adultos vulnerables.
Permítanme decir con toda claridad que el
abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción
con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan. Aquí en Roma, he tenido el
privilegio de escuchar las historias que las víctimas y los supervivientes de
abusos han querido compartir.
En esos encuentros, ellos han compartido
abiertamente los efectos que el abuso sexual ha provocado en sus vidas y en las
de sus familias. Sé que también ustedes han tenido la bendita ocasión de participar
en iguales reuniones, y que ellas siguen alimentando su compromiso personal de
hacer todo lo posible para combatir este mal y eliminar esta ruina de entre
nosotros.
Por eso, reitero hoy una vez más que la
Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las más firmes
medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los
hijos de Dios. Las medidas disciplinarias que las Iglesias particulares han
adoptado deben aplicarse a todos los que trabajan en las instituciones de la
Iglesia.
Sin embargo, la responsabilidad
primordial es de los obispos, sacerdotes y religiosos, de aquellos que han
recibido del Señor la vocación de ofrecer sus vidas al servicio, incluyendo la
protección vigilante de todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables. Por
esta razón, la Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar
contra el abuso sexual de menores el principio de “tolerancia cero”.
El motu proprio ‘Como una madre amorosa’,
promulgado en base a una propuesta de vuestra Comisión y en referencia al
principio de responsabilidad en la Iglesia, afronta los casos de los obispos
diocesanos, eparcas y superiores mayores de los institutos religiosos que, por
negligencia, han realizado u omitido actos que hayan podido provocar un daño
grave a otros, bien se trate de personas físicas o de una comunidad en su
conjunto (cf. art. 1).
Durante los últimos tres años, la
Comisión ha enfatizado continuamente los principios más importantes que guían
los esfuerzos de la Iglesia para proteger a todos los menores y adultos
vulnerables. De esta manera, ha cumplido la misión que le confié como «función
consultiva al servicio del Santo Padre», ofreciendo su experiencia «con el fin
de promover la responsabilidad de las Iglesias particulares en la protección de
todos los menores y los adultos vulnerables» (Estatuto, art. 1).
Me llenó de alegría saber que muchas
Iglesias particulares han adoptado vuestra recomendación para una Jornada de
Oración, y para un diálogo con las víctimas y supervivientes de abusos, así
como con los representantes de las organizaciones de víctimas. Ellos
compartieron con nosotros cómo estas reuniones han sido una experiencia
profunda de gracia en todo el mundo, y sinceramente espero que todas las
Iglesias particulares se beneficien de ellas.
También es alentador saber cuántas
Conferencias Episcopales y Conferencias de superiores mayores han buscado
vuestro consejo con relación a las directrices para la protección de menores y
adultos vulnerables.
Vuestra colaboración para compartir las
mejores prácticas es verdaderamente valiosa, especialmente para aquellas
Iglesias que tienen menos recursos para este trabajo crucial de protección. Me
gustaría animarles a que sigan su colaboración en este trabajo con la
Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para la Evangelización
de los Pueblos, para que estas prácticas sean inculturadas en las distintas
Iglesias de todo el mundo.
Por último, me gustaría alabar con
especial énfasis las numerosas oportunidades de aprendizaje, educación y
formación que han ofrecido en tantas Iglesias particulares de todo el mundo e
igualmente aquí en Roma, en los diversos dicasterios de la Santa Sede, en el
curso para los nuevos Obispos y en varios congresos internacionales.
Me complace la noticia de que la
presentación que el cardenal O’Malley y la Sra. Marie Collins, uno de sus
miembros fundadores, realizaron la semana pasada a los nuevos obispos haya sido
acogida tan favorablemente.
Estos programas educativos ofrecen el
tipo de recursos que permitirán a las diócesis, institutos religiosos y a todas
las instituciones católicas, adoptar e implementar los materiales más efectivos
para este trabajo. La Iglesia está llamada a ser un lugar de piedad y
compasión, especialmente para los que han sufrido.
Para todos nosotros, la Iglesia católica
sigue siendo un hospital de campo que nos acompaña en nuestro itinerario
espiritual. Es el lugar donde podemos sentarnos con otros, escucharlos y
compartir con ellos nuestras luchas y nuestra fe en la buena nueva de
Jesucristo.
Confío plenamente en que la Comisión
seguirá siendo un lugar donde podamos escuchar con interés las voces de las
víctimas y de los supervivientes. Porque tenemos mucho que aprender de ellos y
de sus historias personales de coraje y perseverancia. Permítanme agradecerles
una vez más sus esfuerzos y consejos en estos tres años.
Los encomiendo a la Santísima Virgen
María, la Madre que permanece cerca de nosotros a lo largo de nuestras vidas.
Les doy la Bendición Apostólica a todos ustedes y a sus seres queridos, y les
pido que continúen rezando por mí”.
https://es.zenit.org/articles/el-papa-francisco-reitera-tolerancia-cero-a-todos-los-niveles-contra-los-abusos/
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