“Se os ha concedido conocer los secretos
del reino de Dios
Lectura del santo evangelio
según san Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, se le juntaba a
Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.
Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al
sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo
comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta
de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo
tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al
ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga
oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué
significa esa parábola?» Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido
conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para
que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La
semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan,
pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no
crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla,
reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún
tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas
son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se
van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón
noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»
Reflexión del
Evangelio de hoy
Te ordeno…, te recomiendo
Llegamos casi al final de esta
carta y nos topamos con una exhortación vibrante, hecha a “un hombre de Dios”
(V11), así llama aquí Pablo a Timoteo. Dejando esa 1ª parte donde se le pide a
Timoteo, que se mantenga firme en ese combate de la fe siendo testigo de ella;
llegamos a, “te ordeno…” (V13) donde se puede percibir un gran contraste en el
trato que le da. Hay traducciones que utilizan: “te recomiendo” que creo
suaviza el tono del maestro al discípulo. Sin embargo, Pablo apela a la fuerza
del llamado que Timoteo ha recibido, es ante Dios el creador de todo y ante
Jesucristo que se ha comprometido y a los que tendrá que dar cuenta al final de
su vida. La fidelidad de Timoteo está en buenas y misericordiosas manos: “conservar
el mandato sin tacha ni culpa…” Solo con sus propias fuerzas no hay posibilidad
de ello, el mismo Pablo lo sabe por experiencia, por eso el modelo que propone
a Timoteo es el mismo Jesús.
En los últimos versículos de la
lectura, Pablo se centra en cantar la gloria de Dios. Lo hace con la estructura
solemne de himno litúrgico, proclama la manifestación de Cristo en su triunfo
escatológico, como único Soberano, Rey, y el único que posee la inmortalidad.
Ante esta confesión de fe, ¿Qué vamos a hacer con el Evangelio de Cristo
ahora, después de leer esta 1ª carta a Timoteo? Ante esto solo nos
queda el Amén y aquí estoy, no hay posibilidad de que otros
dioses o emperadores puedan hacer sombra a nuestro Dios.
Todo tipo de tierra recibe la misma semilla
Estamos ante una parábola tan
conocida y explicada que nos puede llevar a creer que ya no hay
novedad en ella, nos la sabemos. Les pido como he intentado hacerlo yo misma:
purificar la escucha y agudizar el deseo de Dios
Jesús es un gran maestro, sabe
usar las cosas conocidas y visibles de la vida, para explicar las
invisibles y desconocidas del R. de Dios. Para llegar hacer esto con
tanta soltura y sencillez, se requiere no vivir distraídos en la vida, hay que
estar dentro de las cosas de la vida y dentro de las cosas
de Dios. Este es un desafío para nosotros los cristianos.
Este sembrador cree en las
posibilidades de todo tipo de tierra, no desecha ninguna, esparce la semilla
con generosidad y confía en que la fuerza de la simiente se abrirá camino de crecimiento.
¿No ha hecho Jesús esto con cada uno de nosotros-as? Sigue sosteniéndonos con
su Palabra pacientemente, desea engendrarnos valor para no desanimar a lo largo
del camino.
Finaliza diciendo: (v8b) “¡Quien
tenga oídos para oír, que oiga!” El camino para llegar a comprender la Palabra
es la búsqueda, quiere llevar a la persona a pensar: “¡Trata de entender!”
La Parábola no nos da el
significado inmediato, quiere llevar a la persona a descubrir el mensaje desde
su propia experiencia. Despierta la creatividad y la participación: “el
Espíritu de la Verdad les iluminará para que puedan entender.”
En casa Jesús explica la parábola a los discípulos, (8,9-10): lo hace
por medio de una frase difícil y misteriosa. Dice: "A vosotros se os ha
dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas,
para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan”. Entonces, ¿para qué
nos sirve la parábola? ¿Para aclarar algo o para esconderlo? Jesús no puede
usarlas para que continuemos en la ignorancia o en el pecado. ¡Esto es seguro
que no! Sigamos buscando, orando. Podemos llegar a afirmar que la
parábola revela y esconde, ¡al
mismo tiempo! Son revelación para
las personas que aceptan a Jesús descubriéndole como el Mesías, el que lava los
pies a sus discípulos. Esconde para
los que insisten en que darse con un Mesías Rey de este mundo. Que las imágenes
no frenen nuestra búsqueda de significado
¡Señor Jesús, regálame la gracia
de tener un gran deseo de recibir tu Palabra a diario, para que me
transforme en un vivo reflejo de ti!
Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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