04-03-2013 Radio Vaticana
(RV).- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco
Varela, presidió la tarde de este domingo, 3 de marzo, en la Catedral de Santa
María la Real de la Almudena, una solemne Misa de Acción de Gracias por el
Pontificado de Benedicto XVI.
En su homilía, el purpurado recordó que, desde el pasado
28 de febrero, a las 20,00 horas, “la sede y oficio de Sucesor de Pedro ha
quedado vacante. Es una hora para la Iglesia extendida por todo el orbe
verdaderamente excepcional. Lo sucedido resulta difícil, por no decir
imposible, de comprender, en todo lo que significa para el presente y el futuro
de la Iglesia e, incluso, de toda la familia humana para el que lo considere
con puntos de vista meramente humanos o los criterios propios del mundo”. Y es
que “la Iglesia no es el resultado o producto de iniciativas humanas, ni se
sostiene ni apoya en el poder del hombre, tampoco en su capacidad organizativa
y ni siquiera en los sistemas jurídicos que pudiera diseñar según su propio
arbitrio”, sino que “el mundo interior en el que vive y del que vive” e incluso
“su estructura externa” proceden “del Señor Jesucristo, su Cabeza y Pastor
invisible: ¡su divino Fundador!”.
El Señor, dijo el cardenal Rouco, se encuentra en la
Iglesia “vigilando y asegurando que su travesía nos conduzca al buen puerto de
un nuevo y fecundo capítulo de su historia divino-humana más que milenaria. Un
capítulo, en el que brillará con creciente intensidad el esplendor de la verdad
de Jesucristo, el Salvador del hombre: ¡el capítulo de la nueva Evangelización!”.
La luz del Evangelio “nos infundirá, al mirar al futuro de nuestros hijos, la
clarividencia de la fe, la fuerza de la esperanza y el ardor del amor auténtico
que tanto necesitamos para afrontar victoriosamente el reto de la crisis
histórica ante la que nos encontramos. Una crisis de verdadera y fraterna
humanidad: ¡crisis del hombre que dio la espalda a Dios!”.
“La sucesión de Pedro -añadió el arzobispo de Madrid-,
permanece viva e inalterable en el Obispo de Roma, que preside el Colegio de
los Obispos, Sucesores de los Apóstoles, unidos y obedientes a Él en la unidad
de la doctrina de la fe y en el servicio pastoral a la comunión”. Ese
ministerio de los Sucesores de los Apóstoles, en expresión de San Agustín
‘officium amoris’, “encuentra en el Sumo Pontífice su máxima expresión y la
garantía indefectible de su autenticidad”. Y Benedicto XVI lo ha ejercido
“hasta el límite de sus fuerzas. No ha renunciado a él por debilidad o buscando
su propio bien, sino el bien común de la Iglesia”. Junto al Señor Crucificado,
“vivió sus ocho años de entrega a todos dentro y fuera de la comunidad
eclesial: ¡una entrega incansable, sencilla, desprendida, luminosa, la propia
de su Vicario en la Tierra!”.
“¡Gracias de corazón, querido Santo Padre Benedicto XVI,
por haber sido Pastor y Maestro de la Salvación en Cristo con una limpia y
clara transparencia de pensamiento y de vida, con una jugosa fidelidad a la
tradición viva de la Iglesia en continuidad creativa con sus predecesores más
recientes -Pablo VI y Juan Pablo II-, y con una cercanía a nosotros, los hijos
de la Iglesia y de la humanidad, en esta hora tan crítica material y
espiritualmente como es la actual, en las primeras décadas de un siglo y una
época, calificada de postmoderna”. “Estad seguro, nuestra oración de hijos e
hijas, de hermanos y hermanas, os acompañará siempre”, apuntó.
“¡Gracias de corazón, Santidad, por habernos ayudado a
enraizar y edificar mas hondamente en Cristo la vida de nuestros jóvenes,
nuestra propia vida! ¡Gracias por habernos fortalecido en la firmeza de la fe
católica que ha iluminado y confortado a nuestros mayores en la rica y
caudalosa trayectoria de nuestra historia bimilenaria!” en la que “nunca se ha
perdido la esperanza”.
“Hemos vivido y aún estamos viviendo días intensos de acción
de gracias al Señor por la Iglesia, por el don de ministerio del Sucesor de
Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal, por el que fue hasta
anteayer nuestro Santo Padre Benedicto XVI. Han comenzado ya los días de la
plegaria fervorosa y perseverante de toda la Iglesia por el nuevo Sucesor de
Pedro: ¡el nuevo Pastor, que el Señor quiera regalarnos! Un Papa dispuesto a
ejercer el “officium amoris” con la entrega del Crucificado y con la alegría
del Resucitado”.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española
concluyó pidiendo a la Virgen por “los electores del nuevo Obispo de Roma y
Pastor de la Iglesia Universal”, para que “sigamos fielmente” la inspiración
del Espíritu Santo. “¡Que toda la Iglesia se deje iluminar y encender por el Espíritu
Santo en el amor a Jesucristo y a nuestros hermanos los hombres!”.
(ER RV)
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