Hoy, con la Última Cena, ha llegado "la hora" de
Jesús, hacia la que se había encaminado desde el principio con todas sus obras.
Lo esencial de esta hora queda perfilado por Juan con dos palabras
fundamentales: es la hora del "paso"; es la hora del
"agapé" (amor hasta el extremo).
Los dos términos se explican recíprocamente, son
inseparables. El amor mismo es el proceso del paso, de la transformación, del
salir de los límites de la condición humana, en la cual todos estamos
"separados" unos de otros, en una alteridad que no podemos
sobrepasar. Es el amor hasta el extremo el que produce la
"transformación" aparentemente imposible: salir de las barreras de la
individualidad cerrada, eso es precisamente el "agápé", la irrupción
en la esfera divina.
—La "hora" de Jesús es la hora del gran
"paso más allá", de la transformación del ser mediante el
"agápé". "Todo está cumplido", dirá el Crucificado: es un
agápé "hasta el extremo", la totalidad del entregarse a sí mismo hasta
la muerte.
Fuente: master·evangeli.net
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