Hoy, el Monte de los Olivos —el mismo de entonces— es uno
de los lugares más venerados del cristianismo. En él encontramos un dramático
punto culminante del misterio de nuestro Redentor: ahí Jesús experimentó la
"última soledad", toda la tribulación del ser hombre. Ahí, el abismo
del pecado y del mal le llegó hasta el fondo del alma. Ahí se estremeció ante
la muerte inminente. Ahí le besó el traidor. Ahí todos los discípulos lo
abandonaron.
San Juan recoge todas estas experiencias y da una
interpretación teológica del lugar: con la palabra "huerto" alude a
la narración del Paraíso y del pecado original. Nos quiere decir que ahí se
retoma aquella historia. En aquel huerto, en el "jardín" del Edén, se
produce una traición, pero el "huerto" es también el lugar de la
resurrección.
—En el huerto Jesús ha aceptado hasta el fondo la voluntad
del Padre, la ha hecho suya, y así ha dado un vuelco a la historia. Aquí Él ha
luchado también por mí.
Fuente: master·evangeli.net
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