Hoy, Jesús es interpelado acerca de algunos hechos
luctuosos. Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como un efecto del
castigo divino, Jesús presenta la imagen verdadera de Dios, que es bueno y no
puede querer el mal.
Jesús invita a hacer una lectura distinta de esos hechos,
situándolos en la perspectiva de la conversión: las desventuras, los
acontecimientos luctuosos, no deben suscitar en nosotros curiosidad o la
búsqueda de presuntos culpables, sino que deben representar una ocasión para
reflexionar, para vencer la ilusión de poder vivir sin Dios, y para fortalecer,
con la ayuda del Señor, el compromiso de cambiar de vida.
La posibilidad de conversión exige que
aprendamos a leer los hechos de la vida en la perspectiva de la fe, es decir,
animados por el santo temor de Dios. En presencia de sufrimientos y lutos, la
verdadera sabiduría es dejarse interpelar por la precariedad de la existencia y
leer la historia humana con los ojos de Dios.
Fuente: master·evangeli.net
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