Hoy, cuando el embarazo de María llega a su fin, el tiempo
de las promesas se ha cumplido. La venida del Mesías, anunciada por los
profetas, es el acontecimiento cualitativamente más importante de toda la
historia, a la que confiere su sentido último y pleno. Él no ha llenado el
tiempo entrando desde las alturas, sino "desde dentro". ¡Así es el
"estilo de Dios"!
La maternidad de María es verdadera y plenamente humana.
En la frase "Dios envió a su Hijo, nacido de mujer" (Gal 4,4) se
condensa la verdad fundamental sobre Jesús como Persona divina que asumió
plenamente nuestra naturaleza humana. Él es el Hijo de Dios y, al mismo tiempo,
es hijo de una mujer: María. Viene de Ella. Es de Dios y de María. Por eso la
Madre de Jesús se puede y se debe llamar Madre de Dios "Theotókos"
(Concilio de Éfeso, año 431).
—Cada vez que rezamos el "Ave María" nos
dirigimos a la Virgen con este título, suplicándole que ruegue "por
nosotros, pecadores".
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
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