Día litúrgico: 8 de Enero (Feria del tiempo de Navidad)
Texto del Evangelio (Mc 6,34-44): En aquel tiempo, vio
Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que
no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde,
se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: «Este lugar es desierto y la hora
es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a
comprar de comer». Y Él les respondió y dijo: «Dadles vosotros de comer». Y le
dijeron: «¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de
comer?». Él les contestó: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo
visto, dicen: «Cinco, y dos peces».
Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de
comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de
cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al
cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los
distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta
que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que
sobraron de los panes y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.
Comentario: Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal (Castelldefels,
España).
«Porque eran como ovejas que no tienen pastor»
Hoy, Jesús nos muestra que Él es sensible a las necesidades
de las personas que salen a su encuentro. No puede encontrarse con personas y
pasar indiferente ante sus necesidades. El corazón de Jesús se compadece al ver
el gran gentío que le seguía «como ovejas que no tienen pastor» (Mc 6,34). El
Maestro deja aparte los proyectos previos y se pone a enseñar. ¿Cuántas veces
nosotros hemos dejado que la urgencia o la impaciencia manden sobre nuestra
conducta? ¿Cuántas veces no hemos querido cambiar de planes para atender
necesidades inmediatas e imprevistas? Jesús nos da ejemplo de flexibilidad, de
modificar la programación previa y de estar disponible para las personas que le
siguen.
El tiempo pasa deprisa. Cuando amas es fácil que el tiempo
pase muy deprisa. Y Jesús, que ama mucho, está explicando la doctrina de una
manera prolongada. Se hace tarde, los discípulos se lo recuerdan al Maestro y
les preocupa que el gentío pueda comer. Entonces Jesús hace una propuesta
increíble: «Dadles vosotros de comer» (Mc 6,37). No solamente le preocupa dar
el alimento espiritual con sus enseñanzas, sino también el alimento del cuerpo.
Los discípulos ponen dificultades, que son reales, ¡muy reales!: los panes van
a costar mucho dinero (cf. Mc 6,37). Ven las dificultades materiales, pero sus
ojos todavía no reconocen que quien les habla lo puede todo; les falta más fe.
Jesús no manda hacer una fila de a pie; hace sentar a la
gente en grupos. Comunitariamente descansarán y compartirán. Pidió a los
discípulos la comida que llevaban: sólo son cinco panes y dos peces. Jesús los
toma, invoca la bendición de Dios y los reparte. Una comida tan escasa que
servirá para alimentar a miles de hombres y todavía sobrarán doce canastos.
Milagro que prefigura el alimento espiritual de la Eucaristía, Pan de vida que
se extiende gratuitamente a todos los pueblos de la Tierra para dar vida y vida
eterna.
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