Hoy, Navidad responde a la pregunta: "¿Dónde
vives?". El pesebre suele representarse como un edificio desvencijado.
Delata un pasado esplendoroso, pero ahora está deteriorado, sus muros en
ruinas: se ha convertido justamente en un establo. El trono de David, al que se
había prometido una duración eterna, está vacío. José, el descendiente de
David, es un simple artesano.
David mismo empezó como pastor. En el establo de Belén,
precisamente donde estuvo el punto de partida, vuelve a comenzar la realeza
davídica de un modo nuevo: en aquel niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre. El nuevo trono desde el cual este "David" atraerá el mundo
es la Cruz.
—La Cruz se corresponde con el nuevo inicio en el establo.
Así se construye el verdadero palacio davídico. Este nuevo palacio es la
comunidad de cuantos se dejan atraer por el amor de Cristo y con Él llegan a
ser una humanidad nueva. ¡El poder de la bondad que se entrega en la Cruz!:
ésta es la verdadera realeza.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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