Hoy, Jesús se dirige a la multitud con la célebre parábola
del sembrador. Es una página "autobiográfica", porque refleja la
experiencia misma de Cristo, de su predicación: Él se identifica con el
sembrador, que esparce la buena semilla de la Palabra de Dios, y percibe los
diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida reservada al anuncio.
Para hablar de la salvación, se evoca aquí la experiencia
que cada año se renueva en el mundo agrícola: una siembra que va acompañada de
lágrimas, porque se tira aquello que todavía podría convertirse en pan,
exponiéndose a una espera llena de incertidumbres. El campesino trabaja,
prepara el terreno, arroja la semilla, pero no sabe dónde caerá esta semilla,
si los pájaros se la comerán, si arraigará, si echará raíces, si llegará a ser
espiga…
—Arrojar la semilla es un gesto de confianza y de
esperanza: año tras año, el campesino repite su gesto y arroja su semilla.
Jesucristo conocía bien esta experiencia y hablaba de ella a los suyos.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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