En la primera Audiencia General del recién inaugurado Año de la Misericordia, el Papa Francisco reflexionó sobre el porqué de un Jubileo de la Misericordia: “La Iglesia
necesita este momento extraordinario. En nuestra época de profundos cambios, la
Iglesia está llamada a ofrecer su contribución especial, haciendo visibles los
signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Y el Jubileo es un tiempo favorable
para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera
todo limite humano e ilumina las tinieblas del pecado, podemos ser testigos más
seguros y eficaces”, explicó.
“Celebrar un Jubileo de la Misericordia -dijo- significa
poner de nuevo en el centro de nuestra vida personal y de nuestra comunidad lo
específico de la fe cristiana, Jesucristo, el Dios misericordioso... este Año
Santo se nos ofrece para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave
del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía sobre todo en
los momentos de mayor necesidad” (...). El Jubileo será un “tiempo favorable”
para la Iglesia si aprendemos a elegir lo que más le gusta a Dios, sin caer en
la tentación de pensar que hay algo más, que es más importante o prioritario.
Nada es más importante que lo que a Dios más le gusta, su misericordia, su
amor, su ternura, sus abrazos y sus caricias”.
El Papa subrayó que el objetivo que se propone la Iglesia
durante este Año Santo es “sentir fuerte la alegría de haber sido encontrados
por Jesús, que como Buen Pastor ha venido a buscarnos porque nos habíamos
perdido”. “De esta manera fortaleceremos nuestra certeza de que la misericordia
puede realmente contribuir a construir un mundo más humano. Especialmente en
nuestro tiempo, en el que el perdón es un invitado poco común en los ámbitos de
la vida humana, la llamada a la misericordia se hace más urgente, y esto en
todas partes: en la sociedad, las instituciones, en el trabajo, e incluso en la
familia”, dijo.
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