Portada del Deuteronomio en la "Biblia de San Paolo" |
Hoy, intrigados, los sumos sacerdotes y ancianos
cuestionan la elevada y enérgica autoridad que manifestaba Jesucristo. Ya desde
antiguo, el "Libro del Deuteronomio" no prometía un rey de Israel y
del mundo (¡un nuevo David!), sino un "nuevo Moisés". Es decir, se
anunciaba un "profeta" tal como sólo los había en Israel: no un
adivino del futuro, sino alguien que mostrara el rostro de Dios y, con ello, el
camino que debemos tomar.
También en el "Deuteronomio", Dios promete a
Israel "un profeta como Yo" (18,15). Era el anuncio de algo grande:
un "nuevo Moisés". Lo verdaderamente decisivo de Moisés —prodigios
aparte— es que habló con Dios, como con un amigo. Pero Moisés no vio el rostro
de Dios, sino sólo su "espalda" (Dt 33,23). El acceso inmediato de
Moisés a Dios —que le convierte en el gran mediador de la Alianza— tenía sus
límites.
—Jesús, como "nuevo Moisés", nos revelas
plenamente al Padre y eres el mediador de la Nueva Alianza. ¡He ahí el origen
de tu autoridad!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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