Hoy celebramos que María es "In-maculada"
(sin-mancha), santa, desde que fue concebida: como un favor divino singular,
Dios le evitó el "contagio" del pecado original. El relato
maravilloso del anuncio a María, nos ayuda a entender el contenido del título de
"Inmaculada".
El saludo del ángel está entretejido con hilos del Antiguo
Testamento. María, la humilde mujer de provincia, que proviene de una estirpe
sacerdotal, es el "resto santo" de Israel, al que hacían referencia
los profetas en todos los períodos turbulentos. En Ella está presente la
verdadera Sión: en su corazón Dios encuentra descanso. Ella es el retoño que,
en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco abatido de
David: de Ella germina el árbol de la redención. Dios no ha fracasado, como
podía parecer al inicio de la historia: Dios salvó y salva a su pueblo.
—María, tú eres el Israel santo; tú dices "sí"
al Señor, te pones plenamente a su disposición y, así, te conviertes en el
templo vivo de Dios.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de
textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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