Hoy Jesucristo denuncia el afán de prevalecer ante los
demás, particularmente de quienes están constituidos en autoridad. Es oportuno
recordar lo que el rey Salomón —en su entronización— pidió a Dios: ni riqueza,
ni la eliminación de los enemigos…, sino un corazón dócil para saber juzgar al
pueblo "de Dios" y "distinguir entre el bien y mal".
La motivación para el trabajo del político no debe ser el
éxito y, mucho menos, el beneficio material, sino el compromiso por la
justicia, creando así las condiciones básicas para la paz. Lógicamente, un
político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una
acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la
justicia, a la voluntad de aplicar el Derecho y a la comprensión del Derecho.
—Servir al Derecho y combatir el dominio de la injusticia
es el deber fundamental del político. Dios-Soberano, en este momento histórico,
en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber
nos urge especialmente.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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