Hoy, contemplamos que el Orden —constituido por los tres
grados de episcopado, presbiterado y diaconado— es el sacramento que habilita
para el ejercicio del ministerio, confiado por Jesús a los Apóstoles, de
apacentar su rebaño, con el poder de su Espíritu y según su corazón. Si no lo
hace con amor no sirve. Los ministros que son elegidos y consagrados para este
servicio prolongan en el tiempo la presencia de Jesús, si lo hacen con el poder
del Espíritu Santo, en nombre de Dios y con amor.
Aquellos que son ordenados son puestos al frente de la
comunidad. Están “al frente” sí, pero para Jesús significa poner la propia
autoridad al servicio, como Él mismo enseñó a los discípulos. En virtud del
Orden, el ministro se entrega por entero a la propia comunidad y la ama con
todo el corazón: es su familia. El obispo, el sacerdote aman a la Iglesia en la
propia comunidad como Cristo ama a la Iglesia.
—¡Un sacerdote, que no está al servicio de su comunidad no
hace bien!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos del Papa Francisco) (Città del Vaticano, Vaticano).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos del Papa Francisco) (Città del Vaticano, Vaticano).
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