“En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá.”
(Lc 1,39)
Nuestra madre la Virgen María, nos enseña que siempre hay que “estar” en camino. Ella se fue con prontitud a casa de su prima Santa Isabel, para anunciar con alegría que nacerá de su vientre el Salvador, quien llevará por nombre Jesús, que significa “Dios con nosotros”.
De la misma manera todo creyente debe trasmitir con alegría que Dios está en medio de nosotros, es por eso que hace ya cuatro años realizamos esta peregrinación, para anunciar las maravillas que el Señor realiza en nuestras vidas, por medio de su madre, la Virgen del Buen Paso.
La peregrinación Atico–Caravelí duró tres días: el día jueves 31 de enero fue la salida desde la parroquia de Atico, y el sábado 1 de febrero fue la llegada a Caravelí. Contamos con la participación de los jóvenes aspirantes al Seminario Menor de Caravelí, los seminaristas de la Prelatura, los fieles de la parroquia de Atíco y Caravelí y el padre José Miguel, quien gustoso nos acompañó hasta el final de la peregrinación.
En el segundo día, en medio de una fogata, tuvimos la grata visita de nuestro Obispo, Mons. Juan Carlos, quien con su alegría y entusiasmo nos animó a seguir hasta el final. Luchando como buenos cristianos en medio del cansancio y las dificultades, propias de la peregrinación.
El tercer día llegamos a Caravelí cantando y alegres por llegar hasta la meta: la ciudad de Caravelí, luego de haber caminado aproximadamente 77 Km. En Caravelí nos dieron la bienvenida muchos feligreses, presididos por nuestro Obispo, quien celebró la santa Misa de acción de gracias.
En pocas palabras, puedo decir que estos días agotadores de peregrinación, a pesar del sofocante sol, han sido días de encuentro con el Señor Jesús, momentos de oración, amistad, fraternidad y compartir. Momentos en los que hemos dejado a un lado nuestras preocupaciones y responsabilidades diarias, nuestras diferencias culturales y sociales. Momentos en que nos hemos experimentado un solo “cuerpo” con Cristo como Cabeza. Y en todo momento fuimos acompañados de la Virgen del Buen Paso que, como ella, nos enseña a caminar siempre fieles a su Hijo, amándolo y estando a sus pies en la cruz.
Damos gracias al Señor Jesús por habernos permitido peregrinar en honor a su Madre, la Virgen del Buen Paso, que también es madre nuestra y compañera de camino. María nos enseña a estar siempre “en camino”, y a seguir a su Hijo sin mirar atrás, sin titubear, caminando siempre adelante.
Por: Renzo Miguel Saldaña Gonzales,
Seminarista de la Prelatura de Caravelí
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