Obispo.
Martirologio Romano: En Tolemaida (San Juan de Acre),
cerca de la actual Haifa, en Palestina, san Alberto (de Castro Gualteri),
obispo, que, trasladado de la Iglesia de Vercelli a la de Jerusalén, dio una
Regla a los eremitas del monte Carmelo y, mientras celebraba la fiesta de la Santa
Cruz, fue asesinado por la espada de un malvado, a quien había reprendido
(1215).
Etimología: Alberto = Aquel de nobleza
brillante. Viene de la lengua alemana.
No es carmelita en sentido estricto, pero la Orden del
Carmen lo celebra con toda propiedad como a hijo querido por haber sido su
Legislador.
Nació en Castel Gualtien, diócesis de Reggio Emilia
(Italia), a mediados del siglo XII de la familia Avogadro o de los condes
Sabbioneta.
En 1180 fue elegido Prior de los Canónigos Regulares de Santa
Cruz de Mortara (Pavía). En 1184 es elegido obispo de Bobbio y al año siguiente
de Vercelli, diócesis que gobernó por espacio de veinte años.
Durante este tiempo desempeñó, con gran acierto, delicadas
misiones nacionales e internacionales, encargado por papas y emperadores. Todos
acudían a él, sabedores de su prudencia, firmeza e independencia.
Fue lo que suele llamarse "experto árbitro" de
los más intrincados litigios que tenían relación con la Iglesia.
Dadas sus cualidades y mirando el bien de la Iglesia
universal, el papa Inocencio III lo nombró Patriarca de Jerusalén, aunque le
dolió perder este sujeto, del que dijo en 17.2.1205:"... aunque nos eres
muy necesario en la región de Lombardía, pues confiamos plenamente en ti para
que nos representes incluso en los más difíciles asuntos"...
El 16.6.1205 anunciaba este mismo papa a los prelados de
Tierra Santa que les enviaba a Alberto, "varón probado, discreto y
prudente como legado suyo para la provincia eclesiástica de Jerusalén".
Llegó a Palestina a principios de 1206 y fijó su
residencia en Accón (San Juan de Acre) porque Jerusalén estaba ocupada por los
sarracenos.
Sus extraordinarias cualidades de experto mediador también
las ejercitó con fruto durante los nueve años que duró su patriarcado.
Para nosotros -los carmelitas- su obra más benemérita
fue la entrega de la Regla o Norma de vida que lleva su nombre y que aún hoy
observa el Carmelo en todas sus múltiples Ramas.
El 14.9.1214, en Accón, mientras participaba San Alberto
en una procesión, fue asesinado a puñaladas por el Maestro del Hospital del
Espíritu Santo, al cual había reprendido y depuesto de su cargo a causa de su
mala vida.
Su recuerdo, que comenzó a celebrarse en la Orden en 1504,
celebramos ahora el 17 de septiembre con la categoría de fiesta.
Su espiritualidad
Por los años 1206-1209, a petición de los eremitas que
moraban en el Monte Carmelo, entregó al "hermano B (Ricardo) y
compañeros" una Norma de vida o Regla, que llamamos "Regla de San
Alberto".
Alberto codificó en breves trazos, ricos en citas
bíblicas, la tradición monástica del Carmelo. Son normas concretas y
prescripciones disciplinares. Insiste, sobre todo, en la meditación de la
Palabra de Dios para mejor servir a Jesucristo, en la oración, silencio,
mortificación y trabajo.
La entregó en un solo cuerpo, pero hoy la tenemos dividida
en un prólogo, dieciocho capitulillos y un epílogo.
Cantidad enorme de autores de dentro y fuera de la Orden
han comentado durante estos más de siete siglos que cuenta de vida, este maravilloso
documento legislativo-espiritual.
Muchos hombres y mujeres se santificaron observando esta
Regla, que fue aprobada y transformada por varios Pontífices.
El himno del Oficio de Lecturas de su fiesta sintetiza su
espiritualidad:
Alberto, sol refulgente, / pastor y legislador, / tus
hijos hoy te celebran, / escucha su invocación. / De la paz y la concordia, mensajero
sembrador, / eres faro que nos das / en fe y costumbres fulgor. / Patrias
fronteras rebosa / de tu virtud el olor; / y llena Jerusalén / tu dignidad y tu
honor. / Resplandeciendo en la Iglesia/santo y prudente rector, len santa Regla
al Carmelo / guías por sendas de amor. / Haz que en nosotros aumenten /
caridad, gracia, oración; / y contigo a Dios rindamos / sempiterna adoración. Amén.
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