Mártir Laico.
Martirologio Romano: En Cartago, en África, san
Marcelino, mártir, que siendo alto funcionario imperial muy relacionado con los
santos Agustín y Jerónimo, se le acusó de ser partidario del usurpador
Heraclión y, aún siendo inocente, por defender la fe católica fue asesinado por
los herejes donatistas (413).
Etimológicamente: Marcelino = Aquel que procede de
Marte (Dios romano de la guerra), es de origen latino.
El martirio de Marcelino, alto funcionario imperial y
amigo de san Agustín, está unido al cisma donatista que destrozó durante un
siglo la Iglesia africana.
El inicio de este cisma se remonta al 310 cuando se objetó
la validez de la elección del obispo de Cartago, Ceciliano, porque había sido
consagrado por obispos así llamados “traditores”. Cuando el edicto de
Diocleciano impuso a los cristianos que entregaran los libros sagrados para
quemarlos, los que obedecieron se llamaron “traidores” y fueron considerados
como pecadores públicos.
El obispo Donato (de ahí el nombre de donatismo que lleva
la secta), opuesto por el partido cismático al legítimo obispo Ceciliano,
resumía su doctrina en estos dos puntos: la Iglesia es la sociedad de los
santos; los sacramentos administrados por pecadores son inválidos. El pretexto
doctrinal en realidad ocultaba oposiciones regionales y sociales: Numidia
contra África proconsular, proletarios contra propietarios romanos. Es en este
momento cuando entra en escena san Marcelino, víctima ilustre de los
donatistas.
Marcelino desempeñaba en Cartago los cargos de tribuno y
notario. Buen padre de familia, cristiano ejemplar, fue definido por su amigo
san Agustín: hombre con “fama et pietate notissimus”. Como deseaba aprender, se
dirigía frecuentemente a san Agustín para que le aclarara los puntos más
controvertidos de la doctrina católica. A su laudable curiosidad se deben
algunas obras del gran teólogo de Hipona, como el tratado Sobre la remisión de
los pecados, Sobre el espíritu y la letra y el más célebre sobre la Trinidad
(de Trinitate), que Marcelino no alcanzó a leer, porque había pagado con la
vida la valentía de ponerse de parte de la tradición católica, en la
conferencia que tuvo lugar en Cartago en el 411 entre obispos católicos y
donatistas.
En efecto, Marcelino había obtenido la victoria para los
católicos, y el emperador Onorio promulgó un decreto contra los donatistas.
Éstos se vengaron acusándolo de complicidad con el usurpador Heracliano. La
acusación era grave y Marcelino fue condenado a muerte por el conde Marino el
13 de septiembre. Al año siguiente, el mismo emperador reconoció el error
cometido por la justicia romana. Aclarada la situación, fueron sancionadas y
aprobadas todas las decisiones del tribuno Marcelino, a quien la Iglesia honró
como mártir por su fidelidad a la verdad aun ante la muerte.
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