28-09-2012 Radio Vaticana
(RV).- La tarde del viernes Benedicto XVI se despidió de
los empleados de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo, lugar en el que
como es habitual transcurre el verano, y "donde una vez mas he podido
respirar un clima de familia y viva cordialidad". Luego de la merecida
pausa de descanso del Papa, el Santo Padre ya se encuentra de regreso en el
Vaticano, listo a retomar su apretada agenda cotidiana.
Palabras del Papa al dejar Castel Gandolfo (...)
¡Queridos hermanos y hermanas,
¡Todo pasa en este mundo! Cada cosa que empieza, también
la más positiva y más bella, trae consigo, inevitablemente, la propia
conclusión. Así también lo es para el tiempo sereno y tranquilo que he
transcurrido aquí con ustedes, en el bello marco de Castel Gandolfo, donde, una
vez más, he podido respirar un clima de familia y de viva cordialidad. Este
nuestro encuentro, convertido ya en una placentera costumbre, me da la
oportunidad de agradecer a todos y a cada uno de ustedes por el generoso
servicio que desarrollan en esta Residencia Pontificia. Mi especial y afectuoso
saludo se dirige sobretodo al Doctor Saverio Petrillo, Director General de las
Villas Pontificias, con gratitud por las corteses palabras que, también a
nombre de todos ustedes aquí presentes, me ha dirigido. Un cordial saludo a
todos los empleados y a sus familias. Que el Señor, rico de bondad, ¡los
bendiga y custodie en su amor!
El mes de septiembre, que lentamente dejamos atrás, es
siempre tiempo de un positivo relanzamiento, luego de las vacaciones de verano:
para sus niños y muchachos ha reiniciado la escuela; para todos ustedes ha
reiniciado el trabajo intenso y asiduo. También en la Iglesia, para muchas
comunidades cristianas esparcidas por el mundo, éste que Dios Padre nos da es
el tiempo de un nuevo año pastoral que inicia. Vemos cercanos, algunos eventos
muy significativos: pienso a mi inminente visita a Loreto, con la cual deseo
recordar el 50° aniversario de la peregrinación del Beato Juan XXIII, cumplida
a aquel Santuario mariano para confiar a María el Concilio Ecuménico Vaticano
II; pienso al Sínodo de los Obispos, que reflexionará sobre la nueva
evangelización en la actualidad de la Iglesia y del mundo; y por ultimo -en el
50° aniversario del inicio del Concilio- a la apertura del Año de la fe, convocado
por mi para ayudar a todo hombre a abrir el propio corazón y la propia vida a
Jesús Señor y a la Palabra de salvación.
Por tanto queridos amigos, confío a sus oraciones estos
importantes momentos eclesiales que estamos llamados a vivir. Que el Señor nos
asista, para que ellos nos ayuden a cada uno de nosotros a crecer en la fe, a
redescubrir a Jesús como la perla preciosa y verdadera: el tesoro de nuestra
vida.
Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y Madre nuestra,
que invocaremos con confianza en el próximo mes de octubre con el rezo
cotidiana del santo Rosario, los proteja siempre y los sostenga en el realizar
todos los propósitos de bien que llevan en el corazón. Los acompañe también mi
Bendición, que con afecto imparto a cada uno de ustedes, a sus familias y a
todas las personas, de manera especial a los enfermos y a los que sufren.
¡Arrivederci!
Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano
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