viernes, 14 de septiembre de 2012

El Nuncio Apostólico en el Líbano, Mons. Gabriele Giordano Caccia



Beirut (Agencia Fides) - “Al esperar al Papa, el Líbano vuelve a experimentar la grandeza y la belleza de su vocación nacional: la de un país en el que las diferentes identidades quieren vivir juntas en el respeto mutuo”.

El Arzobispo Gabriele Giordano Caccia, Nuncio Apostólico en Beirut, sitúa en este marco el incremento de signos positivos provocados en todo el país por la inminente visita de Benedicto XVI (14-16 de septiembre), ya antes de que comience.

El representante papal en el país de los cedros esboza para Fides las “grandes expectativas” que viven los cristianos, pero también todos los demás componentes de la variada sociedad libanesa, y que han expresado a través de muchos “signos de reconocimiento enviados por los sunitas, chiítas, drusos, alauitas”.

Mientras que surgen por todas partes las imágenes del Papa junto con banderas libanesas y vaticanas, en las primeras páginas de los periódicos se lee el lema de la visita: “Os doy mi paz”. Una frase evangélica -dice monseñor Caccia– que corresponde plenamente a las expectativas de la gente de esta tierra”. Junto a estos signos externos, el Arzobispo informa de la realidad de oración e invocación a Dios que se eleva de forma capilar desde todo el Líbano:

“Se está realizando en las iglesias del país una novena especial para preparar la visita del Papa. Se han llevado a cabo cinco grandes vigilias comunitarias en cinco zonas diferentes del país, junto con muchas iniciativas de encuentros e intercambio entre cristianos y musulmanes. A todo esto se unirá la vigilia programada la tarde del miércoles en Beirut, momento en el que dos procesiones saldrán de los barrios cristianos y otras dos de los barrios musulmanes y confluirán en el parque dedicado a la Virgen María”.

La visita del Papa llega en un momento delicado en el que el frágil equilibrio político del país está siendo puesto a la prueba por lo que está sucediendo en Siria y por los problemas sociales agravados por la crisis económica.


Mons. Caccia muestra los antídotos ante cualquier interpretación reduccionista en clave política de las acciones y palabras de Benedicto XVI:

“Tal vez habrá quién trate de acaparar uno u otro aspecto de la visita papal. Pero será beneficioso para todo el mundo el tener en cuenta el amplio horizonte de la visita del Papa, que mira hacia todas las problemáticas del Oriente Medio y no solo a la situación política en el Líbano. La Exhortación Apostólica Post-sinodal que el Papa entregará a los Obispos de Oriente Medio seguramente contiene sugerencias y recomendaciones que luego serán traducidas por las iglesias locales en cada contexto particular en el campo educativo, económico, social, de ayuda humanitaria, e incluso político. Entre otras cosas, desde el momento del Sínodo sobre Oriente Medio hasta la fecha, el panorama global de esta zona ha visto y sigue viendo grandes cambios, a menudo convulsivos”.

Ante la presión de los que piden que la Iglesia “tome una postura” sobre el conflicto de Siria y a los levantamientos del Oriente Medio, Mons. Caccia repite los criterios de discernimiento que inspiraron la mirada de la Santa Sede ante la evolución de los acontecimientos. Según el Nuncio del Líbano es necesario “escuchar las intervenciones que Benedicto XVI ha dedicado en los últimos tiempos a lo que está sucediendo en Oriente Medio, hasta llegar a las palabras pronunciadas tras el Ángelus del domingo pasado. El primer dato a tener en cuenta es el sufrimiento de la gente. Es necesario que todas las fuerzas involucradas pongan fin a la espiral de violencia para hacer avanzar la situación en otras direcciones, involucrando a todos los actores en juego a través de una iniciativa clara de la comunidad internacional. La primera iniciativa de mediación dirigida por Kofi Annan, lamentablemente fracasó, pero sus argumentaciones están todavía sobre la mesa. Por otra parte hay que tener en cuenta que en el asunto sirio, además de los factores en escena, también se está produciendo un re-posicionamiento global de los ejes de fuerza regionales”. Incluso mirando a este escenario global, las acusaciones lanzadas contra los cristianos del Oriente Medio de apoyar a los regímenes autoritarios resultan completamente fuera de lugar. Mons. Caccia declara a Fides: “Siempre tenemos que estar del lado de aquellos que buscan el respeto y la aplicación de los principios de la libertad y la dignidad humana. Pero este apoyo siempre debe tener en cuenta la realidad efectiva. Como dijo el Patriarca maronita Béchara Boutros Raï, los cristianos no sostienen los regímenes autoritarios, pero temen la disolución de los Estados. Existe el temor de que todo precipite hacia escenarios similares a los iraquíes, con la ausencia total de cualquier mínima seguridad en la vida cotidiana. Todos temen que se pierda ese orden civil que garantiza los criterios mínimos de supervivencia. Por ello, aunque sea difícil, es necesario que la comunidad internacional busque todos los caminos posibles para que las fuerzas que actúan pongan fin al libre arbitrio de la violencia. La alternativa es la del sufrimiento y el dolor para todos. La violencia no respeta a nadie. Se puede ver también en la triste historia de los refugiados que pertenecen indistintamente a todos los grupos religiosos”.

(GV) (Agencia Fides 12/9/2012)

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