Como preámbulo al inicio del “Año de la Fe”, que será este
11 de octubre, se llevará a cabo en Roma, la XIII Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos, del 7 al 28 de octubre, y que tendrá como tema: “La
Nueva Evangelización para la transmisión de la Fe Cristiana”, como lo anunció
el Papa Benedicto XVI, al clausurar los trabajos de la Asamblea Especial para
Medio Oriente del Sínodo de los Obispos.
La convocatoria a esta Asamblea Sinodal tiene lugar en un
momento particularmente significativo para la Iglesia Católica, ya que durante
su desarrollo se celebrará, en efecto, el 50º aniversario de la apertura del
Concilio Ecuménico Vaticano II, el 20º aniversario de la publicación del
Catecismo de la Iglesia Católica y se abrirá el Año de la Fe, convocado por el
Papa Benedicto XVI. Por lo tanto, el Sínodo será una ocasión propicia para
poner en evidencia la necesidad de conversión y la exigencia de santidad que
todos estos aniversarios estimulan; el Sínodo será el lugar en el cual se podrá
asumir seriamente y lanzar de nuevo aquella invitación a redescubrir la fe que,
después de haber germinado en el Concilio Vaticano II y de haber sido retomada
una primera vez en el Año de la Fe convocado por Pablo VI, nos ha sido
nuevamente propuesta hoy por el Papa Benedicto XVI.
Con la intención de facilitar la preparación específica de
este evento fueron redactados los lineamentos. Además se han recibido las
observaciones de algunos Obispos, sacerdotes, miembros de institutos de vida
consagrada, laicos, asociaciones y movimientos eclesiales. Un proceso de
preparación muy participado que confirma el interés que el tema elegido por el Santo
Padre ha suscitado en los cristianos y en la Iglesia de hoy.
Mucho se ha subrayado sobre la urgencia de un encuentro de
todos, para evaluar cómo la Iglesia vive hoy su originaria vocación
evangelizadora, frente a los desafíos con los cuales está llamada a
confrontarse. Muchas Iglesias particulares, así como diversas Conferencias
Episcopales y Sínodos de las Iglesias Orientales se encuentran actualmente
empeñados, en un proceso de verificación de las propias prácticas del anuncio y
del testimonio de la fe. Las respuestas han ofrecido una lista abundante de
iniciativas. En varias Iglesias particulares se han escrito documentos y se han
pensado proyectos pastorales, se han imaginado iniciativas de sensibilización y
de sostén, se han creado centros de formación para cristianos llamados a comprometerse
en estos proyectos.
Frente a estas iniciativas, la convocación sinodal ha sido
vista como una ocasión propicia para crear un momento unitario y católico de
escucha, de discernimiento y, sobre todo, para dar unidad a las opciones que
han de hacerse. Se espera que esta Asamblea sinodal sea un evento que pueda
infundir energías a las comunidades cristianas y pueda ofrecer también
respuestas concretas a las múltiples exigencias que surgen hoy en la Iglesia
respecto a su capacidad de evangelizar.
La convocatoria al Sínodo sobre la nueva evangelización y
la transmisión de la fe se ubica dentro de esta voluntad de reanimar el fervor
de la fe y el testimonio de los cristianos y de sus comunidades. La decisión de
concentrar la reflexión sinodal en este tema es, en efecto, un elemento que ha
se ser considerado dentro de un plan unitario, cuyas etapas recientes son la
creación de un dicasterio para la promoción de la nueva evangelización y la
convocación del Año de la Fe. Por lo tanto, se espera que a partir de la
celebración del Sínodo crezcan en la Iglesia el coraje y las energías a favor
de una nueva evangelización, que lleve a redescubrir la alegría de creer, y
ayude a encontrar nuevamente entusiasmo en la comunicación de la fe.
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