Al iniciar el nuevo año invito a todos los fieles y a todos los peruanos a levantar una vez más nuestra mirada agradecida al “Señor del tiempo, de la historia y de la eternidad”, por todas las cosas buenas que hemos experimentado y mirar al 2012 con esperanza, construyendo una sociedad donde impere el bien común, la justicia, la solidaridad y la paz.
En este contexto, en la conciencia de que cada ser humano es imagen de Dios, al acercarnos al nuevo año, renovamos la firme voluntad de la Iglesia a trabajar por la evangelización, cuyo centro y fin es Cristo, para que tengan vida en Él, pero también renovar el compromiso de estar siempre atentos a toda problemática humana, en especial la de los que todavía no pueden gozar del progreso de nuestra patria.
Tenemos una nueva oportunidad para seguir construyendo una cultura de paz mediante el dialogo justo, equitativo y constructivo; donde se ame y defienda la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la persona humana, su dignidad y la familia.
Hago un llamado particular a favor de los niños y jóvenes de nuestra patria, ellos son nuestro presente y nuestro futuro, quienes además, con su entusiasmo e impulso hacia los más altos ideales pueden construir y ofrecer al mundo una nueva esperanza. Ellos esperan aprender de nosotros el aprecio por el valor positivo de la vida, de la familia y el deseo de gastarla al servicio del bien común.
Es oportunidad también para comprometernos con la familia, valor fundamental donde los hijos reciben de sus padres los valores que permiten una convivencia constructiva y pacífica. Por eso, con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz 2012, el Santo Padre Benedicto XVI pide a los responsables políticos “que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. Que se esfuercen para que a nadie se le niegue el derecho a la instrucción y las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos”.
Recordemos que la paz no solo es un don que se recibe, sino una obra que se ha de construir. Nuestra patria necesita corazones nobles, autoridades con la mejor vocación de servicio, y ciudadanos que estén dispuestos a brindar sus mejores esfuerzos para consolidarnos como país, asumiendo con gozo y entereza las tareas que siguen pendientes. Esto exige a todos mirar más allá de nuestras metas personales.
Unido al Santo Padre pido a los medios de comunicación “dar un aporte notable a la educación de los jóvenes, porque los lazos entre educación y comunicación son muy estrechos, ya que esta última influye positiva o negativamente en la formación de la persona”.
Que el nuevo año anime el espíritu de solidaridad y sea portador de abundantes bendiciones del Señor para consolidar la democracia, el estado de Derecho, la justicia, la paz, el perdón, la reconciliación y el bienestar para todos los peruanos.
¡Dios bendiga al Perú! ¡Feliz 2012!
+ Hector Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana
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