viernes, 28 de junio de 2019

Evangelio del día, viernes 28-06-2019 (Duodécima Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:
- «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ” ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.”

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»
Reflexión del Evangelio de hoy
«Buscaré las ovejas perdidas, haré volver a las descarriadas»
En este fragmento el profeta Ezequiel está relatando una serie de oráculos que le ha iluminado el Señor, y en este caso está dirigido a los malos pastores de Israel, denunciando lo mal que cuidan sus rebaños, que sólo se preocupan de su propio egoísmo y, como consecuencia, el rebaño se encuentra disperso, perdido, no consiguiendo alimentarse adecuadamente.
Ante esto Dios, por medio de Ezequiel, les recrimina su actitud y les advierte que Él mismo se hará cargo de su rebaño, que los conducirá a mejores pastizales para que se alimenten y hacia fuentes tranquilas, donde podrán beber y reposar; que buscará a las ovejas dispersas y las llevará a fértiles dehesas y allí las apacentará; se afanará en buscar a la oveja perdida y buscará sin cesar a la descarriada, que vendará sus heridas, curará a las enfermas y que, tanto unas como otras, las sanas, las apacentará adecuadamente.
El Señor se entrega a fondo para cuidar a todas las ovejas de su rebaño, sean buenas o malas, sanas o enfermas, todas son merecedoras de su cariño.
Como nos dice el salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”.
«Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros»
San Pablo en su carta a los Romanos, nos refiere cuán grande es el amor que Dios nos tiene que, no solo nos ha dado el Espíritu Santo, sino que permitió que Cristo, su Hijo, se entregara a la muerte para la remisión de nuestros pecados, consiguiendo reconciliarnos con el Padre y, por lo tanto, abriéndonos su corazón para que encontremos refugio ante todos los males.
Jesús en su inmenso amor, ha muerto por nosotros, nos ha entregado a su madre, nos envía el Espíritu Consolador que no nos abandonará, y nos acoge en su inmenso corazón, siempre dispuesto a amar y perdonar, como pastor entregado que cuida de su rebaño hasta las últimas consecuencias, actuando como puente que nos permite alcanzar la gloria prometida.
Ante tanta prueba de cariño ¿vamos a hacer oídos sordos a su palabra?, ¿seríamos capaces de renunciar a los cuidados que nos ofrece para poder superar nuestros malos momentos? Abramos nuestro corazón y dejémonos conducir hacia fuentes tranquilas, donde podamos recuperar nuestras fuerzas y seguir adelante.
«¡Felicitadme! He encontrado la oveja que se me había perdido»
Lucas nos refiere el episodio en que Jesús, dirigiéndose a los fariseos y letrados, les predica la parábola del Buen Pastor.
Es aquel que cuando se le pierde una oveja, deja a las restantes pastando y recorre todos los vericuetos del campo hasta que la encuentra, y cuando la ha encontrado, con cariño, la carga sobre sus hombros y la conduce a reunirse con el resto del rebaño, y no le importa enfrentarse a cualquier dificultad, con tal de encontrarla.
Muchos de nosotros, ante cualquier problema, intentamos solucionarlo pero si nos cuesta, pronto tiramos la toalla y nos damos por vencidos, no teniendo constancia ante las adversidades, haciendo como el pastor irresponsable que, cuando la busca un rato y no la encuentra, desiste y se justifica diciendo “peor para ella”, “ella se lo pierde”, dejándose llevar por el desánimo y la inconstancia en su búsqueda.
Cristo no es así, Él no se deja llevar por el desánimo ante nuestro desinterés, insiste y siempre intenta salirnos al encuentro, para que recapacitemos y nos reconciliemos con Dios, por eso hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierta que por muchos justos que ya no precisan convertirse, aunque, por supuesto, Dios se alegra siempre de la perseverancia de los justos.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/28-6-2019/

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