Lectura
del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19
En aquel
tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo,
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste,
y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que
se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que
ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo
los ha odiado
porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego
que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como
tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me
consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Estamos
en la semana que precede a la fiesta de Pentecostés: la venida del Espíritu
Santo. La liturgia de hoy nos ayuda a prepararnos para asumir la fe como
adultos. Una fe que permite leer las diversas circunstancias de la vida con la
mirada y el compromiso del Hijo de Dios.
Ahora les
dejo en manos de Dios, que puede hacerlos crecer y alcanzar la herencia
prometida
En este
fragmento del libro de los apóstoles, Pablo se despide de los ancianos de la
comunidad de Éfeso. Se dirige a Jerusalén, no sabe lo que le espera, sin
embargo, tiene la convicción de que no volverá a verlos. En esta ocasión, Pablo
los anima y nos anima a mantenernos fieles en la misión que nos es dada por el
Espíritu Santo: cuidar de la comunidad, y a las Palabras de Jesús: hay
más dicha en dar que en recibir. Continuar trabajando para socorrer a los necesitados:
aquellos que tienen menos oportunidades (no necesariamente los más buenos,
porque no se trata de una cuestión moral) es una dimensión concreta y real de
los seguidores de Jesucristo. Pablo nos alerta e instruye ante los peligros que
pueden surgir, incluso dentro de la comunidad, porque esta es una
experiencia dolorosa y difícil de conducir. Por eso, es importante mantenerse
fieles al Evangelio y a la certeza de que estamos en las manos de Dios. Es Él
quien nos hace crecer, quien construye la comunidad y nos permite alcanzar la
herencia prometida.
¡Guárdalos
en tu nombre para que sean uno, como nosotros!
El
Evangelio de hoy nos continua presentando la oración sacerdotal. Jesús
intercede por nosotros: quiere la unidad de las comunidades para que puedan
resistir a los problemas que dividen y a las persecuciones. Una unidad al
estilo de la Trinidad: “como nosotros”, donde la diversidad es acogida,
respetada y alentada. Una comunidad cuyo centro es Jesús y su alegría una nota
distintiva (aún en medio de los desafíos, problemas y calumnias). Una Iglesia
enviada y consagrada a la Verdad, no cualquier verdad, sino la verdad de su
Palabra; es decir, decididos a testimoniar nuestras convicciones y experiencias
a respecto de Dios en una sociedad que no deja espacio para Dios, que disminuye
a quien tiene fe. Jesús, en su oración, no pide al Padre que vivamos sin
dificultades y problemas; lo que Él pide es que seamos guardados del mal.
Hna. Ana Belén Verísimo García OP
Dominica de la Anunciata
Dominica de la Anunciata
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