miércoles, 26 de junio de 2019

Evangelio del día, miércoles 26-06-2019 (Duodécima Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un
árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.
Reflexión del Evangelio de hoy
Lee tus sueños en el universo de la vida
El Señor se acerca a Abrán en su vejez, y concierta con él una alianza: “a tu descendencia le daré esta tierra…” Cuando ya la historia de aquel hombre mayor se iba adentrando en la noche de la vida, Dios le invita a mirar al cielo y contar las estrellas. “Así será tu descendencia”, y  Abrán le creyó . Un descendiente de Sem, hijo de Noé, será el padre de un nuevo pueblo. Descendencia y tierra son los pilares que lo hacen posible. El pueblo de Israel lee su historia en clave de fe, y se descubre bendecido por Dios, fruto de una promesa divina.
La imagen que evoca este texto del Génesis resulta ingenua e idealista, como una historia de Disney para niños. Pero si tenemos el suficiente valor para creer de veras que Dios va más allá de lo humanamente posible, de nuestros cálculos de probabilidades, de nuestra mente más práctica y realista, quizás podamos adentrarnos en el mundo de la fe, ahí donde se gesta la esperanza y encuentra su raíz el amor. A veces dejamos que la vida nos vuelva raquíticos en sueños e ideales, y en fe y compromiso. Empequeñecemos la fe y quisiéramos hasta empequeñecer a Dios mismo. Pero siempre tenemos la oportunidad de levantar la mirada y descubrir la promesa de Dios ahí, real e inmensa, porque nos sigue regalando la creación cada día, y niños y niñas a los que dejar un mundo mejor. Y eso implica comprometernos con ella.
Puede que la confianza y la generosidad de Abrán nos animen a Soñar, en mayúsculas. Y quizás así salgamos de existencias mediocres y adormecidas. Porque la tarea es grande: cuidar de lo creado y forjar un mundo bueno para las generaciones futuras. Dios nos da tierra y descendencia, a nosotros nos toca cumplir nuestra parte de la alianza.
Que tus frutos broten de lo más profundo de ti mismo
El texto de Mateo, enmarcado en el Sermón del monte, desarrolla uno de los temas que va desgranando este discurso de Jesús: el árbol y sus frutos. La nueva Alianza es exigente, supone una Nueva Ley, aún más radical y profundamente humanizadora. Jesús es el verdadero profeta, por sus frutos le conocemos, es el que nos ha amado hasta el extremo, el que da su vida por nosotros y nos llama amigos. No basta profesar que creemos en él, si nuestra vida no es coherente con lo que decimos. “Por sus frutos le conoceréis”
Hace poco leía en un texto de Pedro Pérez “Paisajes del camino interior”, que estamos llamados no sólo a vivir en el mundo, sino a habitarlo. Y para ello, era necesario habitarse primero a sí mismo, “interiorizarse”, descubrir la propia identidad y madurar. Y el nivel de madurez lo medía por la capacidad de amar, y para el cristiano, por hacer de la vida un seguimiento de Cristo.
La tarea del discípulo está clara: cuidar nuestro propio interior, para dar buenos frutos; cuidar del mundo que se nos ha dado, habitándolo y transformándolo con respeto; amar haciendo posible la fraternidad humana, la dignidad y el cuidado de los más débiles. La alianza está sellada. El pequeño o gran gesto de cada día es cosa nuestra. A nadie se le pide lo imposible, ni que dé el fruto de otro árbol, solo se le pide su propio fruto, aquel que Dios ha soñado de él.
Tenemos una preciosa responsabilidad, ser lo mejor de nosotros mismos. Y hemos de serlo con generosidad y confianza. Porque somos una promesa de Dios.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/26-6-2019/

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