viernes, 21 de junio de 2019

Evangelio del día, 21-06-2019 (Undécima Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Reflexión del Evangelio de hoy
Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad
El texto de la carta de San Pablo nos muestra el contraste entre los méritos que la sociedad considera importantes en las personas, esos que las hacen poderosas e influyentes hasta tal punto que sirven para dominar el mundo y… los suyos, que solo muestran, por contraste, debilidad, vulnerabilidad: “si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad”. Para Pablo, el verdadero mérito del cristiano es dar la vida por el Señor Jesús. Solo Él tiene que ser enaltecido y convertirse en referencia de vida.
Este texto debe hacernos reflexionar en el peligro de la autorreferencia en la Iglesia a todos los niveles. No pocas veces nos atribuimos méritos que bien sabemos no son nuestros, pero nos gusta el reconocimiento a nuestras buenas obras y de esta manera ocultamos o subordinamos a nuestros intereses al propio Cristo. Puede ser comprensiblemente humano, propio de la religión en que se ha convertido la fe… pero no es cristiano.
Atesorad tesoros en el cielo
En la línea de la primera lectura, el texto del Evangelio, justamente detrás del padrenuestro, quiere ser una reflexión de la primera bienaventuranza: “Dichosos los pobres en el espíritu” o “los que eligen ser pobres” en una luminosa versión de Juan Mateos. El concepto de pobreza, sin negar en absoluto su dimensión social, que sigue siendo un escándalo en nuestro mundo, tiene en San Mateo un sentido más espiritual. El pobre es el “anawin”, aquel que es el que solo necesita del Señor para vivir porque es su único y verdadero tesoro.
El tema de las riquezas es una constante en el discurso de Jesús y la primera condición para ser su discípulo. Él llama y exige la radicalidad de vida. Mi tesoro es lo que realmente me da plenitud y felicidad, lo que da sentido a mi existencia, como esa luz que te hace “ver” aunque te parezca todo claro y radiante. El problema es que creemos que estamos viendo y los ojos de nuestra pretendida fe están oscuros: Pablo se dio cuenta de su ceguera cuando Jesús le salió al encuentro en el camino de Damasco… ¿Y nosotros? ¿Reconocemos nuestra ceguera?
No son pocos los que critican a la Iglesia por sus riquezas y, aunque existen razones justas para entender que los tesoros artísticos son patrimonio de la humanidad y que los recursos económicos son necesarios para el mantenimiento organizativo y de gestión, para la independencia respecto a los estados… lo cierto es que no solo la institución, sino que son muchos los católicos a los que nos parece “poco práctico”, temerario e insensato elegir la pobreza con la radicalidad que Jesús nos pide cuando nos llama, y a todos lo hace, a la Fe, a “su” Iglesia… no a la nuestra.
¿Es para mí Jesús y el Reino el tesoro de mi vida o una más de las “riquezas” que me rodean?
¿He tenido conciencia, como Pablo, de cuales son mis verdaderos méritos como cristiano?
“ ¿A qué pobreza me llama el Señor en mi vida actual?

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad Fray Bartolomé de las Casas (Sevilla)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-6-2019/

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