Hoy, comenzando la Cuaresma, Jesucristo nos anuncia el
destino del camino que emprendemos con Él: su pasión y resurrección. Este
anuncio escandalizó a Simón Pedro, que acababa de reconocerle como el Mesías.
Pero, justamente, seguirle en el signo de la cruz será nuestro camino, lo cual
se explica de un modo antropológico: es el camino del "perderse a sí
mismo", sin el cual resulta imposible encontrarse a sí mismo.
¡Para amar hay que perderse! Los cristianos deben ser
instruidos continuamente, a lo largo de los siglos, por el Señor, para que sean
conscientes de que su camino no es el de la gloria y del poder terrenales, sino
"el camino de la cruz". ¡También hoy, los cristianos llevan aparte al
Señor para decirle: "Eso no puede pasarte"!
—Jesús tiene que decirnos siempre de nuevo: "¡Quítate
de mi vista, Satanás!". Toda la escena muestra una inquietante actualidad,
ya que, en definitiva, seguimos pensando según "la carne y la sangre"
y no según la revelación que podemos recibir en la fe.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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