Hoy consideramos dos expresiones de la oración. Por un
lado, la presencia de Dios, este estar interiormente y continuamente con Dios
de manera silenciosa, que, por otro lado, necesita un sustento: la oración
vocal, que se expresa con palabras, imágenes y pensamientos.
Esta oración vocal debe brotar, sobre todo, de nuestro
corazón, de nuestras penas, esperanzas, alegrías, sufrimientos; de la vergüenza
por el pecado, así como de la gratitud por el bien, siendo así una oración
totalmente personal. Pero necesitamos también el apoyo de esas plegarias en las
que ha tomado forma el encuentro con Dios de toda la Iglesia (sin estas ayudas,
nuestra plegaria personal y nuestra imagen de Dios se hacen subjetivas y
terminan por reflejar más a nosotros que al Dios vivo).
—En las fórmulas de oración que han surgido primero de la
fe de Israel y después de la fe de los que oran como miembros de la Iglesia,
aprendemos a conocer a Dios y a conocernos a nosotros mismos: son una escuela
de oración.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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