Hoy, Jesús retoma —modificándolo— el "canto de la viña" de Isaías (5,1-7): la viña aparecía como imagen de la "esposa", Israel: aquéllos a los que Dios había mostrado el camino de la "Torá", pero que correspondieron quebrantando la Ley…
Ahora, en las palabras de Jesús, Israel está representado
por los arrendatarios. La historia de la lucha de Dios —continuamente renovada—
por y con Israel se muestra en una sucesión de "criados" que, por
encargo del dueño, llegan para recoger la renta. El maltrato a los criados
refleja la historia de los profetas, su sufrimiento… Aunque el "hijo"
correrá la misma suerte, el "Amo" no abandonará a la viña: la
arrendará a otros…
—¿No es ésta una descripción de nuestro presente?
Declaramos que "Dios ha muerto" y, así, somos dios y la
"viña" es nuestra! Empezamos a descubrir ahora las consecuencias de
todo esto... Sin embargo, la muerte del "Hijo" no es la última
palabra: Él es la "piedra angular" que, con su muerte y resurrección,
trae un nuevo comienzo.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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