Hoy consideramos el final de la "Parábola del rico
epulón y el pobre Lázaro". El hombre rico dice a Abraham desde el Hades lo
que muchos hombres, entonces como ahora, dicen o les gustaría decir a Dios: si
quieres que te creamos, entonces debes ser más claro; mándanos a alguien desde
el más allá que nos pueda decir que eso es realmente así.
La petición de pruebas aparece a lo largo de todo el
Evangelio. La respuesta de Abraham, así como la de Jesús, es clara: quien no
crea en la palabra de la Escritura tampoco creerá a uno que venga del más allá.
Las verdades supremas no pueden someterse a la evidencia empírica. Pensemos en
la resurrección de Lázaro de Betania: el milagro no conduce a la fe, sino al endurecimiento.
—Jesús —crucificado a las puertas de la ciudad, expuesto a
la burla— es el verdadero Lázaro enviado por el Padre: creer en Él y seguirlo
es la invitación de esta parábola, que es más que una parábola.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado
a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano).
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