Hoy analizamos este discurso entretejido con palabras del
Antiguo Testamento (en particular del "Libro de Daniel"). Jesús habla
del futuro con antiguas palabras proféticas, pero imprimiéndoles un sentido
nuevo y más profundo. Lo nuevo es que la figura del "Hijo del hombre"
(profetizada por Daniel) está ahí hablándonos en presente.
Las palabras apocalípticas de antaño adquieren un
"carácter personalista": en su centro entra la persona de Jesucristo.
El verdadero "acontecimiento" es la Persona que, a pesar del
transcurso del tiempo, sigue estando realmente presente. Al centrar las imágenes
cósmicas en una Persona actualmente presente y conocida, el contexto cósmico se
convierte en algo secundario y la cuestión cronológica pierde importancia: en
el desarrollo de las cosas físicamente mensurables, la Persona "es"
("permanece"), y Su Palabra es más real y duradera que todo el
universo material.
—Esta relativización de lo cósmico, o mejor, su
concentración en lo personal, se manifiesta en que "el cielo y la tierra
pasarán, mis palabras no pasarán": los elementos cósmicos pasan, mientras
que la Palabra de Jesús es el verdadero "firmamento" bajo el cual el
hombre puede permanecer.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
No hay comentarios:
Publicar un comentario