Hoy —evitando especulaciones sobre su "triunfo"—
Jesucristo nos pide "negociar" el don de nuestra vida. La opción de
vida del hombre se hace definitiva con su muerte; llegados a este punto ya nada
se puede esconder o cambiar: el Juez nos ve tal como somos. Dicha opción, que
se ha fraguado en el transcurso de toda la vida, puede tener distintas formas,
incluso la auto-perdición definitiva.
Puede haber personas que hayan destruido totalmente en sí
mismas el deseo de la verdad y la disponibilidad para el amor. Personas en las
que todo se ha convertido en mentira; personas que han vivido para el odio y
que han pisoteado en ellas mismas el amor. Ésta es una perspectiva terrible,
pero en nuestra propia historia podemos distinguir con horror figuras de este
tipo. En semejantes individuos no habría ya nada remediable y la destrucción
del bien sería irrevocable: esto es lo que se indica con la palabra
"infierno".
—Jesús, deseo tu "triunfo" en mi libertad: toda
y siempre a tu servicio.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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