Ante las denuncias públicas de graves e inmorales actos de
abuso sexual y psicológico contra personas inocentes, varios de ellos menores
de edad, cometidos por algunos miembros del Sodalitium Christianae Vitae, y de
manera particular por su fundador, el Señor Luis Fernando Figari, expresamos en
nuestra condición de Pastores de la Iglesia, lo siguiente:
- Compartimos
la indignación y el estupor ante estos hechos que jamás debieron suceder.
- Rechazamos
cualquier forma de abuso y maltrato, haciendo nuestra la expresión del
Papa Francisco: “no hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos
que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a
un menor por parte de nadie” (Homilía, 7 de Julio del 2014).
- El
abuso sexual es un execrable crimen que ofende gravemente a la víctima, a
la sociedad, a la Iglesia y a Dios mismo; aún más si se comete violando la
inocencia y la confianza de menores, de jóvenes y de sus familias. Por
eso, la sociedad y la Iglesia lo deben combatir con todos los medios,
tanto en el ámbito civil como en el eclesiástico.
- La
Iglesia ha manifestado con firmeza que, “sin perjuicio del foro interno o
sacramental, siempre se siguen las prescripciones de las leyes civiles en
lo referente a remitir los delitos a las legítimas autoridades.
Naturalmente, esta colaboración no se refiere sólo a los casos de abuso
sexual cometido por clérigos, sino también a aquellos casos de abuso en
los que estuviera implicado el personal religioso o laico que coopera en
las estructuras eclesiásticas” (Carta Circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 3 de mayo de 2011).
- Exigimos
a los responsables de las instituciones eclesiales que estos repudiables
actos no se oculten y sean denunciados oportunamente.
- Como
Pastores de la Iglesia estamos dispuestos a acoger, escuchar y acompañar a
las víctimas de estos lamentables abusos.
- Renovamos nuestro compromiso irrenunciable de proteger y defender la vida y la inocencia de los niños, “porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19,14). Los niños y los jóvenes son el tesoro de nuestras familias, de la sociedad y de la Iglesia.
Lima, 2 de Noviembre del 2015
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