Hoy hemos de hacer presente la realidad del Dios vivo, que
conoce nuestros corazones. El problema de la descomposición moral de la
sociedad deriva de la ausencia de Dios en nuestro pensamiento. En concreto, la
ausencia de la fe en la vida eterna, que es vida con Dios. El
"deísmo" —la idea de que Dios puede existir, pero que no entra en
nuestra vida— influye en nuestra cultura.
Hemos dejado de atrevernos a hablar de la vida eterna.
Dios se ha vuelto para nosotros lejano, abstracto. Ya no creemos que el hombre
sea tan importante a los ojos de Dios como para que Él se ocupe de nosotros.
Pensamos que para Dios, si es que existe, nuestras cosas no pueden tener
demasiada importancia. Y así hemos decidido "construirnos a nosotros
mismos", reconstruir el mundo sin contar con las realidades de Dios, del
juicio y de la vida eterna.
—Señor, tu eres el Dios que vives, que nos conoces y nos amas.
Vivimos ante tu mirada.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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