Hoy, ¿imitamos al leproso curado, que vuelve a Jesús para
darle gracias? De hecho, sólo «uno de ellos, viéndose curado, se volvió
glorificando a Dios». Jesús echa de menos a los otros nueve. San Agustín dejó
la siguiente sentencia: «‘Gracias a Dios’: no hay nada que uno puede decir con
mayor brevedad, ni hacer con mayor utilidad que estas palabras».
Como en otras circunstancias, Jesús pronuncia la
expresión: «Tu fe te ha salvado». Es la fe la que salva al hombre,
restableciendo su relación profunda con Dios, consigo mismo y con los demás; y
la fe se manifiesta en el agradecimiento. Quien sabe agradecer, como el
samaritano curado, demuestra que no considera todo como algo debido, sino como
un don que, incluso cuando llega a través de los hombres o de la naturaleza,
proviene en definitiva de Dios.
—La fe requiere que el hombre se abra a la gracia del
Señor; que reconozca que todo es don, todo es gracia. ¡Qué tesoro se esconde en
una pequeña palabra: "gracias"!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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