Hoy aparece —controvertidamente— la fundamental cuestión
del "corazón": es ahí —y no fuera— donde se "teje" la trama
de la historia humana. En Marcos vemos el cambio radical que Jesús ha dado al
concepto de pureza ante Dios: no son las prácticas rituales lo que purifica. La
pureza y la impureza tienen lugar en el corazón del hombre y dependen de la condición
de su corazón. Y antes que un "rearme" (esfuerzo) ético, el punto
decisivo es el encuentro con Dios en Jesucristo: Él nos purifica.
La palabra "corazón" se refiere a la
interrelación interna de las capacidades perceptivas del hombre, en la que
también entra en juego la correcta unión de cuerpo y alma, como corresponde a
la "totalidad" del hombre. Sin aislar la razón o la voluntad, el
hombre ha de aceptar de Dios su propio "ser cuerpo" y "ser
espíritu", viviendo la corporeidad de su existencia como riqueza para el
espíritu.
—El corazón ha de ser puro, profundamente abierto y libre
para ver a Dios.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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