Nació en Jaca (Huesca, España) y se marchó a Roma guiado por su inquietud espiritual. El Papa Sixto II lo nombró diácono y se encargó de los pobres de la ciudad. El Emperador Valeriano publicó un edicto de persecución a los cristianos y arrestaron al Papa y a los diáconos. San Lorenzo morirá un poco después cuando el emperador le ordena hacer una colecta con todos los bienes que poseían los cristianos en Roma.
Entonces, se presentó ante el emperador rodeado de pobres, paralíticos, cojos, mendigos, enfermos y ciegos y le dijo: "Estos son los tesoros de la Iglesia". Lo condenaron a muerte, mientras que el emperador, irritado por su alegría en compartir los sufrimientos de Cristo, mandó que lo quemaran en unas parrillas ardiendo.
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