Martirologio Romano: En la isla Egina, Grecia, santa Atanasia, viuda, que vivió como solitaria y fue también hegúmena (Abadesa), ilustre por sus virtudes y observancia monástica († s. IX).
Santa Atanasia o Anastasia (siglo IX) Nació y murió en la isla de Egina, Grecia.
Aspiraba a la vida religiosa, pero fue obligada a casarse dos veces. La primera vez con un hombre rico y bastante joven. Formaron un matrimonio feliz hasta que murió su marido defendiendo el puerto de Egina del que pretendían apoderarse los musulmanes procedentes de España. Las leyes de la isla forzaban a las viudas jóvenes a contraer un nuevo matrimonio, ya que ésta se había despoblado tras la guerra. Su nuevo esposo, más rico aún que el primero, era un hombre bueno y misericordioso con los pobres, igual que ella. Se dedicaban juntos a la oración y a socorrer a los indigentes.
Cuando llegaron a la vejez, se separaron para preparar su muerte cada uno por su cuenta. Anastasia se quedó en su palacio que transformó en convento y dirigió una comunidad de religiosas. Las monjas llevaban una vida extremadamente austera moderada bajo la hábil guía de un abad llamado Matías, que les sugirió que se mudaran a un lugar más solitario: Tamia.
Allí, el monasterio creció y prosperó. La fama de Atanasia llegó a oídos de la emperatriz de Constantinopla, Teodora, esposa del Emperador Teófilo el Iconoclasta. Ésta le pidió que fuera a Constantinopla, para ayudarla a restaurar la veneración de las imágenes. Allí permaneció Atanasia durante siete años. De regreso a Tamia, cayó gravemente enferma, pese a lo cual, siguió asistiendo al oficio divino hasta la víspera de su muerte.
Hegúmeno: En la antigüedad, título dado al laico o clérigo monástico que ha sido elegido como líder por la comunidad del monasterio. Su equivalente en la actualidad es el Abad o Abadesa.
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