jueves, 29 de agosto de 2019

Evangelio del día, viernes 30-08-2019 (Vigésimo Primera Semana del Tiempo Ordinario)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
¨¡ Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas."
Pero las sensatas contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos."
Pero él respondió:
"Os lo aseguro: no os conozco."
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Reflexión del Evangelio de hoy
"Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada"
En esta carta a los cristianos de Tesalónica, Pablo propone un modo de vida centrado en la esperanza de la inminente vuelta de Cristo. Cristo está llegando y es conveniente centrarse en mantener una vida santa, controlando cuerpo y espíritu, alejados de las pasiones que tan fácilmente arrastran al hombre.
Constituye, a mi juicio, el corazón de este fragmento que hoy leemos, el amor a los hermanos que nos propone y puntualiza: nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño. El respeto al hermano, a todo hermano, es exigido por Dios y es condición indispensable para evitar la venganza del Señor.
Dios quiere de nosotros que llevemos una vida santa, lejos de pasiones, ajena a cualquier tipo de desenfreno. Es una enseñanza tal vez muy necesaria en una ciudad, Tesalónica, donde el culto a los ídolos tenía características poco edificantes. Pablo nos pide que nos apartemos de esa forma de vivir, porque nuestro Dios mantiene otra forma más austera y respetuosa con el propio cuerpo.
No olvidemos, como leemos en el salmo 96, que si el Señor es el rey, toda la tierra gozará y reinara la alegría en todas las gentes porque la justicia y el derecho sostienen su trono.
"Las necias se dejaron el aceite"
Ante las parábolas de Jesús siempre corremos el riesgo de admirarnos por su colorido, quedar embobados con su historieta bien contada, y no pasar adelante en la busca del mensaje, de los múltiples mensajes, que las parábolas contienen.
Diez seres humanos, cinco siguen un camino prudente, otros cinco van por la vida sin preocuparse. ¿Son cinco perfectos y cinco imperfectos? Seguramente no. Todos participamos de una cara y de la otra. Todos somos prudentes o necios según la ocasión. A veces olvidamos que somos seres humanos, creados a imagen de Dios, pero débiles, sujetos a errores, y siempre falibles.
Tendemos a despreciar a las cinco necias. Ciertamente su descuido las deja fuera de la boda, pero no las deja fuera de la vida. Las cinco necias podrán llegar a ver de nuevo la luz del día, podrán ser convocadas a otras bodas y, si han aprendido la lección, saldrán adelante sin problemas.
Todos los seres humanos estamos sujetos a errores, todos vamos por la vida dando bandazos. Unas veces llevamos repuesto para la lámpara, otras veces el repuesto es escaso y se acaba antes de tiempo, pocas veces vamos “sobrados”, y nos sobra de todo. Es que somos así. No tenemos otra posibilidad que seguir nuestro día a día tratando de mejorar el día anterior. Sin agobios porque parezca que no lo logramos; cuando creamos haber fracasado, aún nos quedara siempre la sonrisa de Dios.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/30-8-2019/

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