Con fervor y aprecio los medios de comunicación se han
detenido para reflexionar sobre el primer año de Pontificado del Papa Francisco, mientras tanto El, en silencio y oración, vive sus ejercicios
espirituales. En las Iglesias y en las redes Millones de Católicos agradecen a
Dios por su presencia en la Sede de Pedro, como Vicario de Cristo en la tierra.
El Papa ha hecho presente la Iglesia en el horizonte de un
mundo que busca su propia identidad. Ha renovado su brillo para seguir siendo
una señal de esperanza y de misericordia en medio de un mundo que se tambalea
en sus principios, pero sigue con sed de felicidad, sed de verdad y sed de
eternidad.
Su austeridad y su sencillez. Su facilidad para
comunicarse con el alma al corazón de quien encuentra. Su delicadeza para
recordar al pobre y al olvidado. Su fe en el diálogo y su confianza en el poder
de la alegría, son algunos de los tantos motivos que hacen del Santo Padre
alguien que acaba ocupando un lugar en el corazón de los fieles más lejanos y
en todos los hombres de buena voluntad.
Su pasión por la evangelización, como dice El, “por
atracción”, ha llevado a despertar en nuestro corazón el anhelo de servir a
Jesús sin miedo y a comunicar con alegría su misericordia: "Jesús nunca se cansa de perdonarnos. El problema es que nosotros
nos cansamos de pedir perdón". Por eso, nos invita y recuerda siempre
que debemos salir a la periferia para encontrarnos con nuestros hermanos sin
tener miedo a la ternura.
Que Dios misericordioso siga acompañando con sabiduría y
santidad al Papa Francisco: el amigo de Dios, hermano del olvidado y padre de
la Iglesia Universal.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto CEP
No hay comentarios:
Publicar un comentario