La República – Jueves, 05 de diciembre de 2013
Jorge
Lafosse, Director Nacional de Cáritas Perú.
Escrito
por: Maritza Espinoza.
Resúmeme en uno, el
principal logro de Cáritas este año.
Creo que el principal logro está en el impacto generado en
las familias que participan en nuestros programas y proyectos, a los que les
damos mucha importancia, porque tienen más sostenibilidad y pueden cambiar la
vida de la gente.
¿Cuánta gente?
Son cerca de 40 mil familias. Y si sumamos las 200 mil
personas que están en programas de asistencia y ayuda humanitaria, superamos
las 350 mil personas.
Hay quienes dicen
que la caridad es un analgésico para la pobreza…
Cuando nos hablan del tema de la caridad, de la
asistencia, siempre digo que nunca vamos a dejarla, porque si tienes a un
anciano o a una persona con discapacidad o a mujeres solas o a niños, a ellos
no los podemos medir por sostenibilidad. Si tienen hambre o una enfermedad o
una urgencia, nosotros, como Cáritas, tenemos que atenderlos.
Pero no es su
trabajo central, ¿o sí?
Adicionalmente tenemos programas y proyectos que tienen
una visión ya de cambio en sus vidas y de promoción de la persona. Con ellos,
vemos temas de educación, agua y saneamiento, prácticas nutricionales, mejoras
de vivienda, proyectos productivos...
¿Qué tan solidario
es el peruano ahora que hay una mayor bonanza?
Con esta mayor bonanza, tenemos manifestaciones de
solidaridad en dos niveles: el peruano individual, que contribuye poco a poco,
con cantidades más pequeñas, y la otra solidaridad, la estamos viendo en las
empresas, bajo el sistema de responsabilidad social.
Bill Gates dijo que
los países en desarrollo como el Perú ya no deberían recibir caridad
internacional.
Pero cuando hacemos el análisis, el enunciado de Bill
Gates no es del todo cierto, porque sacamos el promedio nacional y decimos: el
PBI superó los seis mil dólares, la pobreza se ha reducido, 16 ó 18%, la
desnutrición crónica ha bajado a 16 por ciento...
Viéndolo así, hemos
dejado de ser el país necesitado de siempre…
Así es. Pero si nos vamos a Huancavelica, Abancay,
Huánuco, al mismo Cajamarca, encontramos pobreza que supera el 50% como
promedio de la región. Y si vamos a comunidades más alejadas, los estándares de
vida son muy bajos y con eso tenemos que lidiar.
En estos 10 años en
Cáritas, ¿cómo ha cambiado la cara de la pobreza?
Se ha ido, por un lado, aminorando. El pobre tiene más
oportunidades de integrarse a la vida del país, pero hay todavía una gran deuda
en salud y en educación. El Papa nos dice que una de las manifestaciones de la
pobreza es la soledad y, en nuestros pueblos, vemos casos de personas que viven
solas, sea por una condición personal o familiar, una discapacidad, por la
lejanía de su comunidad o por la marginación.
¿Hablas de soledad o
de abandono?
Esa soledad es consecuencia de un abandono de sus familias
y de la sociedad que no las toma en cuenta. A veces, desde aquí, de Lima,
decimos: ya bastante tengo con mis problemas para preocuparme por una familia a
cuatro mil metros sobre el nivel del mar a la cual ni conozco. Desde Cáritas
seguiremos impulsando campañas que nos ayuden a entender que somos una sola
familia, como peruanos y como humanidad.
En ese panorama a
menudo está el componente político, como en Cajamarca. ¿Cuál es la posición de
Cáritas a eso?
Tratamos, en lo posible, de mantener imparcialidad. No
puedo decir neutralidad, porque uno no puede ser neutral ante situaciones de
injusticia, marginación, exclusión. Pero no tenemos problemas de trabajar con
gobiernos locales o regionales, independientemente de su inclinación política.
¿Y con las mineras
también?
También, pero con ellas tal vez tenemos que
conversar un poco más, porque lamentablemente todavía hay algunas que no han
asumido este rol de responsabilidad frente a la comunidad, a la sociedad y el
medio ambiente.
Si hay un gran
donante que tiene malas prácticas, ¿ustedes lo aceptan?
En los últimos años, en algunos pocos casos, hemos dicho:
no gracias, no podemos entrar a trabajar juntos. Si una institución o una
empresa no cumple con su responsabilidad frente a los derechos de la comunidad,
el medio ambiente, los recursos naturales y los derechos de los trabajadores,
no tiene sentido que vayamos juntos. Lo veríamos como que nos quieren utilizar
para mejorar su imagen.
Como estrategia de
marketing.
Sí. Y no estamos dispuestos a eso.
Una pregunta que puede
sonar ingenua: cuando ya no haya más pobres, ¿qué va a ser de Cáritas?
Yo creo que sería ideal, porque nuestro trabajo estamos
orientándolo hacia otro tipo de actividades: temas de derechos, de
participación ciudadana, de lucha contra la corrupción, de igualdad de
oportunidades...
¿La asociación
histórica de Cáritas con la pobreza, desaparecería?
Sí. Aun cuando siempre sabemos que hay comunidades que van
a estar en condiciones más desfavorables que otras. Estaríamos buscando,
quizás, zonas más alejadas, pero reorientando nuestro trabajo. Tendríamos que
ir imaginando nuevas formas para ejercer la caridad, vista la caridad como un
proceso de acompañamiento y promoción de las personas.
LA FICHA
Estudié Ingeniería Mecánica y tengo un máster en Administración.
Hace 10 años, soy director nacional de Cáritas Perú, la organización que, a la
luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, trabaja por los pobres y
excluidos. Acabamos de publicar nuestro Balance Social 2012. Nuestra última
campaña es para apoyar a los damnificados del tifón en Filipinas. Hasta el
momento, hemos superado los 20 mil dólares de recaudación.
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